Capitulo 14. CHOBITS Parte V
A través del
Ángel Káiser Mercurio, Ichiro Mihara condujo a Hatake Kakashi y Fuuma Manou por
el último piso del complejo subterráneo.
Caminaron poco
por un pasillo, estrecho al inicio pero terminaba por abrirse hasta emerger a
un amplio espacio con cuatro accesos pequeños y una de doble puerta principal.
Conforme se
acercaban, divisaron una silueta en el medio del lugar, primero ensombrecida
por la distancia hasta que se distinguían sus curvaturas femeninas. Se trataba
de una mujer de largo cabello azulado, peinado en dos coletas trenzadas que
llegaban hasta por debajo de su cintura. Vestía un atuendo entallado color azul
con detalles blancos, y un visor de lente platinado que cubría sus ojos. Las
letras “Y-01” se hallaban impresas en la parte inferior del pecho y espalda del
uniforme.
— Les dije que el chiquillo estaría listo para
cuando llegáramos a aquí —dijo la voz de Mihara a través de su Ángel Káiser.
Kakashi y Fuuma comprobaron
a través de sus sentidos que se trataba de una de esas máquinas de pelea, no
poseía un chacra propio, pero volvían a percibir una energía extraña naciendo
de su interior.
— No creo que
sea problema —comentó Kakashi, sintiéndose hastiado por esos robots.
— He ahí donde te equivocas —escuchó de
una voz infantil. Como cortina que cubrió la puerta principal, una pantalla
holográfica se materializó mostrando el rostro de Minoru Kokubunji, presidente
de empresas DRACOM y líder de la organización delictiva que está detrás de la
construcción de los Ángeles Káiser.
Fuuma lo miró
sorprendido; de verdad estaban tratando con un niño.
— No subestimen a la unidad Yuzuki. A
diferencia de todos los demás prototipos, todas las pruebas y mejoras han
servido para perfeccionar a mi unidad personal. Siempre hay que reservar lo
mejor para uno mismo.
— Es porque siempre has sido un egoísta —espetó
Mihara a la imagen digital del chiquillo.
— Mihara, sabía que tarde o temprano
intentarías traicionarme, pero no calculé que sería tan pronto. Pudiste haber esperado
un poco más, ¿no lo crees? ¿Qué imaginas que le pasará a tu esposa ahora? —Minoru
cuestionó con clara malicia.
— Es momento de dejar la falsedad Minoru, tú y
yo sabemos que eso que llamas “mi esposa” es sólo una copia— respondió,
apuntándolo acusadoramente con el dedo.
— ¿Lo descubriste? —el joven dudó—. Qué extraño, a mí no me lo pareció.
— No eres el único que tomó clases de
actuación en la escuela. Y debo decir que siempre fui muy bueno —respondió
el excéntrico científico.
— Veo que ahora te sientes muy valiente por
contar con ese ninja tuyo, sí… No podía creer tal coincidencia pero lo estoy
viendo con mis propios ojos —Minoru miró fijamente a Kakashi Hatake—. No fue buena inversión el contratar al
Sakurazukamori en aquella ocasión —el chiquillo se lamentó—, pero cuando menos logró quitarlo del
camino para que pudiera llegar a ti.
— ¡¿El
Sakurazukamori?! —Fuuma repitió, alarmado—. Eso no puede ser, él murió durante
las batallas en Tokio. ¿Cómo es posible que…?
Kakashi no
entendió el sobresalto de su protegido, por lo que se mantuvo concentrado en el
objetivo.
— Mihara, no
tenemos tiempo para tus juegos. Sé breve y termina de una vez —pidió el ninja.
— En eso estoy, tranquilo, pero es algo que
quiero hacer frente a frente con ese chiquillo molesto. Así que deberemos
abrirnos camino.
— ¿Quieren jugar? —Minoru sonrió
prepotente, colocando sobre sus ojos el visor de enlace con su robot—. Bien, quizá esté un poco oxidado pero creo
que Yuzuki estará a la altura de ustedes tres. Les aconsejaría ser cuidadosos,
estamos en el nivel más profundo de mi fortaleza, una fuerte sacudida y todos
seríamos aplastados por las toneladas de tierra, cemento y acero de los pisos
superiores… sin mencionar que no podremos asegurar el bienestar de las personas
que aún se encuentran allá.
— Tan cobarde como siempre —musitó Mihara,
preparando a Mercurio para atacar—, ¡será
un placer hacer puré a tu muñeca inflable, Minoru! ¡¡Aaaah!! —con gran
arrojo, la unidad Mercurio se lanzó contra Yuzuki.
La unidad
femenina reaccionó de inmediato, bloqueando el puñetazo de Mercurio. Atrapó su
brazo con ambas manos y, tras un rápido jalón, impactó una patada en el peto de
Mercurio para lanzarlo contra una pared después de un violento codazo en la quijada.
— Se mueve
rápido —Kakashi recalcó lo obvio al saberse blanco de su siguiente movimiento.
Yuzuki se arrojó
a gran velocidad, su cuerpo se cubrió totalmente con energía violácea capaz de
cortar como una afilada sierra. Eso lo supo el ninja al esquivar el impacto y
que golpeara el muro recubierto por acero. La lámina metálica mostró un corte
que fácilmente pudo haberle destrozado un brazo.
Fuuma estaba por
intervenir con su poder, pero se contuvo al recordar lo dicho por Minoru:
cualquier daño a la estructura y todos quedarían aplastados. Lo mejor sería
combatir destreza con destreza.
Fuuma Monou
corrió hacia Yuzuki, la Ángel Káiser lanzó una patada circular con la que podría
haberle cortado la cabeza al joven, sin embargo Fuuma interpuso su brazo, el
cual se mantuvo rígido como si se tratara de una espada. No sangró, pero la
manga de su atuendo quedó deshecha.
Yuzuki peleaba
con gran habilidad en artes marciales, mas resultaba mortífero el que sus
brazos y piernas se encontraran tan afiladas. Fuuma lograba repeler sus
movimientos utilizando sólo sus brazos y manos. Entendió que era toda una
ventaja percibir una energía proveniente del robot, de no ser así le resultaría
muy difícil poder seguirla sólo con la vista.
En un repentino
impulso, Yuzuki impactó su rodilla en el abdomen de su rival. Fuuma quedó sin
aire por un segundo en el que pudo haber terminado muerto de no ser por la
intervención de Kakashi, quien arrojando uno de sus kunais impidió que el empeine de la Ángel Káiser le
cortara la mandíbula.
La cuchilla
golpeó la pierna de la máquina de combate, permitiéndole errar su patada,
además, el sonido del impacto despejó los sentidos de Fuuma para que se
repusiera del sofoco y pudiera retroceder.
Con una movilidad
asombrosa, Yuzuki maniobró únicamente usando los pies para tomar control del
kunai y redirigirlo con una potente patada, transformándolo en un proyectil
mortal.
Kakashi dejó que
su kunai perforara el muro más cercano después de rozar su hombro.
Los reflejos del
Ángel Káiser dejaron sorprendidos a todos.
Mercurio se
recuperó, transformando su brazo en un cañón que disparó repetidas veces contra
la unidad enemiga.
Yuzuki utilizó
sus manos para rebotar como espejos la energía del cañón hacia el suelo y contra
sus enemigos, que intentaron atacarla al mismo tiempo.
Kakashi evadió
los disparos, mas Fuuma abrió su mano para desplegar una fuerza protectora que
desvaneció los proyectiles energéticos antes de que lo tocaran o impactaran
contra las paredes.
Yuzuki caminó
hacia Mercurio rebotando cada uno de los disparos. Mihara hizo sus cálculos y
cuando estuvo a una distancia acertada maniobró para emplear su técnica
especial, la patada de Leviatán, una feroz
patada de tornillo que le ha concedido muchas victorias en el pasado. Sin
embargo Yuzuki lo frenó, cerrando sus manos sobre los pies de Mercurio y revirtiendo
la fuerza cinética del movimiento giratorio con la que averió la estructura de
la unidad.
El cuerpo del
Ángel Káiser Mercurio crujió ante el obligado giro, quedando con las piernas y
torso destrozados. Yuzuki azotó contra el suelo a Mercurio, casi
desbaratándolo.
Hatake Kakashi
apareció a un costado de Yuzuki, intentando herirla con el kunai, pero pese a
que golpeó su espalda, sintió el choque de su cuchilla contra el campo
energético que repelió el intento.
En una reacción
inmediata, Yuzuki retuvo al ninja por la muñeca para golpearlo en el pecho. El
corte en diagonal se marcó en la ropa de Kakashi al mismo tiempo que la sangre
brotó y salpicó la alfombra bajo ellos.
— ¡Kakashi!
—clamó Fuuma, actuando en la distancia.
La mano que
aprisionaba a Kakashi estalló de manera violenta. El ninja pateó a la Ángel Káiser,
la cual se alejó con restos chispeantes en su brazo.
Kakashi se
sostuvo la muñeca ligeramente entumecida al ser alcanzado por las vibraciones
del ataque de Fuuma, pero no podía reprenderlo por la decisión que tomó.
— Así que esa es
la misteriosa fuerza que tantos dolores de cabeza nos ha causado… —meditó
Minoru desde su cabina, sin perder confianza en su capacidad para vencer.
Observó las ondas registradas por sus instrumentos y encontró anomalías que
llamaron su atención.
Él, que había
sido testigo de grandes milagros, pese a ser un hombre de ciencia, ya creía en
la existencia y variedad de poderes que estaban lejos de su comprensión… Si tan
sólo pudiera duplicar dichos poderes para perfeccionar sus investigaciones, se
volvería un hombre poderoso… Esa se
había convertido en su próxima meta, una que ansiaba cumplir una vez que
llegara a Shangai.
La unidad Yuzuki
se colocó en el centro exacto de la habitación, donde alzó los brazos hacia el
techo. El manto de energía que la rodeaba ganó más grosor y nitidez, alarmando
a los presentes.
Minoru, con
tranquilidad, lanzó la técnica especial de su unidad. Del manto que ungía a la
Ángel Káiser se liberaron cientos de alargadas agujas energéticas a su
alrededor. Las paredes quedaron tapizadas por ellas. Fuuma fue alcanzado por
cierta cantidad antes de desplegar su poder para protegerse.
El cuerpo de
Kakashi terminó siendo atravesado por numerosas agujas para sobresalto de Fuuma
y beneplácito de Minoru.
— Espero que de verdad
este sea su fin —Minoru masculló sonriente al prestarle atención a las imágenes
registradas por su visor.
— En algo tienes
razón, este es el fin de muchas cosas —el joven Presidente escuchó dentro de su
misma oficina.
Sobresaltado, Kokubunji
dejó a Yuzuki en modo automático para salir del enlace y averiguar lo que
estaba pasando.
Lo que vio lo
llenó de furia, Ichiro Mihara estaba allí con uno de sus gestos cínicos y
juguetones que siempre lo han caracterizado.
— ¡¿Cómo
entraste aquí?! — Minoru preguntó, enfurecido.
Mihara jugueteó
con un destornillador que movía entre sus dedos—. Me alegra que mi dieta haya
rendido frutos. Las rejillas de ventilación siempre son los mejores lugares
para invadir una base enemiga, eso leí en mi manual de “Espías secretos para principiantes” —respondió bromista, siendo
visible la rejilla colgante del techo por la que el científico bajó.
Minoru vaciló en
moverse hasta descubrir que Mihara no contaba con un arma con la que pudiera
amenazarlo o defenderse. — Creo que te faltó algo para que tu plan tuviera
éxito —el chico extrajo la pistola que guardaba en su cintura, apuntando con
firmeza a Mihara—. ¿Qué planeabas exactamente al venir aquí sin un arma? ¿Crees
que no te dispararé? Ya me has dado la excusa perfecta, además ya no eres
requerido… Finalmente puedo prescindir de ti.
— ¿Sin hablar de
mis planes de retiro primero? —Ichiro preguntó, sarcástico y sin temor alguno.
— Será un retiro
definitivo, prometo pagar los gastos del funeral, mi viejo amigo —respondió
Minoru siguiendo el mismo juego, quitando el seguro del arma.
— Je, dices que
no me necesitarás más pero… Minoru ¿estás seguro que todo marchará como crees?
— ¿Qué quieres
decir? —el chico inquirió con cautela, sin dejar de apuntarle.
— Bueno, antes
de que me liquides en todo el sentido
de la palabra, hay cosas que quisiera decirte… Déjame hacerlo, será un buen monólogo…
no tan extraordinario como el que llevé a cabo en mi casa de verano pero, lo
recordarás por el resto de tu vida —dijo, pareciendo que no se estaba tomando
nada de la situación en serio.
— Está bien… es
un placer culpable el escuchar las
últimas palabras de alguien que va a morir. Te escucho —Minoru accedió sólo por
morbosidad, no porque fuera a perdonarle la vida, su dedo en el gatillo estaba
muy decidido.
— Ya que estoy
al final de mi existencia, debo confesar unos cuantos pecadillos que cometí el
último año de mi vida —Mihara dijo, echando un vistazo a la PERSOCOM durmiente
que colgaba de la pared, desnuda y conectada por numerosos enchufes dentro de
sus orejas.
El semblante de
Mihara cambió a uno de completa seriedad, un gesto difícil de ver en él. —
Fuiste demasiado estúpido como para creer que iba a construirte un dispositivo
que te permitiera controlar a todos los PERSOCOMS del mundo.
— Pero lo
hiciste —Minoru tensó las cejas, desagradándole esa expresión desafiante de
Mihara—. Tú mismo lo instalaste en Yuzuki.
— Sí, yo instalé
algo en tu muñeca favorita, pero jamás fue un dispositivo de control, sino una
simple terminal que le permitió conectarse al dispositivo original fuera de tu
alcance.
— ¡¿Qué estás
diciendo?! ¡Eso es imposible! —cuestionó, negándose a la verdad.
— No es
imposible… Minoru, con tu primer intento de hacerme tu colaborador, entendí que
no serías el único que albergaría tal ambición. Por eso, durante los meses que
pasé escondido, creé un plan de contingencia… Yo mismo construí el dispositivo
que más ansiabas y lo instalé en una PERSOCOM que sabía estaría a salvo hasta
el momento en que se necesitara.
— ¡No!
—intuitivamente, Minoru miró a la PERSOCOM que se encontraba empotrada en su
pared—. ¡No puede ser cierto, no pudiste haberlo planeado todo desde el
principio!
Mihara rió un
poco. —Planeé muchas cosas, pero no resultaron como lo hubiera deseado, la
mayor prueba es que tú y yo seguimos con vida… por eso tuve que adaptar un
nuevo plan. Mi tiempo con ustedes me permitió darme cuenta de muchos errores y
peligros que cuando inventé la tecnología PERSOCOM jamás preví… —cerró los ojos
con pesar—. Pero no es tarde para hacer lo correcto. Minoru, debo agradecerte
por esa epifanía… lamento que pensaras que te di el control que tanto ansiabas,
pero la verdad es que fui yo quien siempre
lo tuvo, sólo te permití sentirlo por poco tiempo… el suficiente para vengarme
de lo que me has hecho —musitó con resentimiento.
— ¡Te crees muy
listo! Pero ya que has confesado sólo tengo que sacarle el corazón a tu querida
PERSOCOM e implantarlo en la mía. ¡Ahora
muere! —gritó, enfurecido por la canallada de su prisionero.
Sin embargo,
Minoru erró el disparo cuando un sinnúmero de cables se le enrollaron en los
brazos y piernas, inmovilizándolo y tumbándolo al suelo.
— ¡¿Pero qué es
esto?!
Minoru se
respondió a sí mismo cuando se percató de la condición de la PERSOCOM
durmiente, la cual había abierto los ojos e irradiaba una luz tenue que le daba
un aspecto casi divino.
La unidad fue
capaz de manipular los cables que se conectaban a ella para detenerlo. Minoru intentó
hablar, mas un par de cables se tensaron sobre su cuello, dificultándole el respirar.
— Me preguntaste
por qué no vine armado… es sencillo, porque sabía que en este lugar se
encontraba mi arma más poderosa, aquella que es capaz de cambiar al mundo de
diversas maneras —Mihara se acuclilló para mirar al chico y darle un fuerte
puñetazo en el rostro—. Eso debieron haber hecho tus padres hace mucho tiempo
—musitó, levantándose para caminar hacia la PERSOCOM.
Chii se liberó
fácilmente de su cautiverio. Envuelta por ese halo de luz era capaz de levitar
por encima del suelo, desplazándose así hacia donde su creador la aguardaba.
Los ojos de la
PERSOCOM lucían vacíos y carentes de emociones, siendo todo lo opuesto a lo que
alguna vez reflejaron.
Mihara y su
PERSOCOM se reencontraron después de tanto tiempo. Ichiro le sujetó el rostro
con ambas manos y la acarició de manera paternal.
— Mis pequeñas Chobits, siempre tan leales a mí —una
gran cantidad de recuerdos vinieron a la mente de Mihara, tanto de su juventud,
como de su esposa, de su vida de casado, de su familia—. Lamento haberlas hecho
sufrir grandes penas… pero ya no más —melancólico, pegó su frente a la de la
impávida Chii—… llegó la hora de liberarlos a todos… ninguno de mis hijos
merece tal carga… Freya, Elda, reconocimiento de voz.
Los ojos de la Chobit
brillaron al comenzar el proceso de identificación — Reconocimiento de voz confirmada, usuario primario 001, Ichiro Mihara—
pronunció la autómata con un eco adicional acompañando su voz.
— Comienza la secuencia
del programa oculto Alfa-C-02 —musitó, separando su frente de la de su hija.
— Comenzando... En espera de la contraseña
requerida.
*-*-*-*
Fuuma quedó
atónito al instante en que Kakashi cayó al suelo. Corrió hasta él con gran
preocupación, sintiendo un profundo malestar al esperar lo peor. Pero en cuanto
puso sus manos sobre ese cuerpo ensangrentado, la imagen del peliblanco se
desvaneció en una estela de humo, quedando en su lugar el destrozado Ángel Káiser
Mercurio.
*-*-*-*
— ¿Esto era lo
que querías mostrarme Mihara? —Kakashi cuestionó, emergiendo de la oscuridad dentro
de la habitación fortificada.
Ichiro Mihara se
volvió lentamente hacia su amigo, sonriéndole con su usual expresión
despreocupada.
— ¿Escuchaste
todo Kakashi?
— Sí… Pero sigo
sin comprender a dónde piensas llegar. ¿Cuál es tu plan? ¿Para qué utilizarás a
Chii?
— ¿”Chii”?
—preguntó sonriente—… ¿Así es como la llamaste?
— Contesta mi pregunta Mihara. Me han advertido que implantaste algo
en esa PERSOCOM que pone en peligro a todos… y ahora lo has confirmado —Kakashi
avanzó un poco, en total alerta por si la PERSOCOM intentaba hacerle lo mismo
que al chiquillo que se retorcía en el suelo. Pero Chii ni siquiera lo miró,
sólo contemplaba el vacío —. Dita me lo dijo… Estoy tratando de armar el
rompecabezas que has elaborado para nosotros, pero necesito que me ayudes.
Creaste a Chii con un sistema que impediría que alguien lograra el control
total de la red neurológica de los PERSOCOMS esparcidos por el mundo, pero
también construiste a Dita, una PERSOCOM cuya función primaría es destruir a la
unidad “CHOBITS” si alguna vez entra en funciones… Desde mi punto de vista
ambas fueron creadas con el propósito de impedir que otros como “M” intentaran las mismas canalladas.
— Sí que estabas
prestando atención —el científico se sorprendió—… En efecto, ambas PERSOCOMS,
Elda y Dita, eran mi garantía para que nadie pudiera pervertir mi trabajo en mi
ausencia. Te confié a Elda sabiendo que estaría en el lugar más seguro de todo
Japón, y si algún día aparecía alguien como Minoru, ella sería capaz de detener
tal atrocidad… pero Dita era mi seguro por si Elda fuera utilizada para dichos
fines.
— Pero tú
provocaste que eso sucediera, ¿por qué? —el ninja exigió saber.
— Ya te lo dije
antes, te necesitaba a ti… mandarte un mensaje. Lo conseguí y por eso estas
aquí… Todos ustedes me han ayudado a ponerle fin a esta locura, la humanidad no
está lista para una tecnología tan sensible y pura como la que he construido…
Quizá nunca lo esté —Ichiro musitó con ligera frustración—. Por eso pienso
borrarla.
— No puedes
hablar en serio.
— ¿Por qué no?
Elda posee esa habilidad —Ichiro lo encaró sin temor—. Entrará en cada PERSOCOM
existente, desactivándolos para siempre. Borrará todas sus memorias, destruirá
sus sistemas. Así también eliminará toda la información que yo haya diseñado. Quizá
alguien pueda utilizar la base de mi trabajo, pero tardarán en volver a armar
algo como lo que yo he hecho, aunque para entonces ya no sería mi
responsabilidad.
— Parece que no
has pensado en los daños colaterales que tu venganza traería, Mihara —se
atrevió a decir el ninja, desaprobando completamente su actitud—. Entiendo que
te sientas timado y herido por todo lo que te ha sucedido, pero en este tiempo
tus PERSOCOMS se encuentran en todas partes de Japón, y otros más en el
extranjero. Están conectados a las redes de comunicaciones, de transporte, de
luz, agua, salud y todos los demás servicios. Si cometes tal apagón, muchos
serán los accidentes y las pérdidas ¡Despierta de una vez! Causarás el mismo
caos que intentas evitar.
— No espero que
lo comprendas Kakashi —Mihara susurró con solemnidad—… Estas máquinas, estos
PERSOCOMS son mis hijos, es gracias a
mí que son lo que son… Los creé con la finalidad de servir a las personas pero
¿qué clase de padre seré si los dejo vagar en un mundo donde sólo sufrirán?
Creen que por ser seres artificiales no son capaces de albergar emociones, pero
se equivocan… pueden llegar a ser tan complejos como nosotros, y bajo
circunstancias que son normales en un ser humano, su disco duro es incapaz de
asimilarlo… llegando a colapsar. Lo sé no sólo por teorías sino porque es algo
que vi y no pude detener —Ichiro se giró hacia la PERSOCOM y le acarició la
cabeza con ternura—… Freya fue incapaz de superar el dolor de un corazón no
correspondido, eso la destruyó… Imagino ese mismo cuadro repitiéndose en muchas
otras casas y me causa gran aflicción.
— Mihara… —el ninja no supo qué decir. Cerró su ojo y
se armó con su infalible kunai.
— ¿Vas a matarme, Kakashi? —preguntó el científico al percibir dicha
intención.
— No.
— ¿Destruirás a Elda?
— Eres tú quien decidirá eso… Lo siento, pero no puedo permitir que
cometas tal insensatez. Sin importar qué tan afectado te encuentres por tu
experiencia vivida aquí, eso no justifica tu acción —las palabras de Dita
resonaban en sus oídos, si no podía detener a la unidad Chobits tenía que destruirla. Lo
comprendía bien pero, ¿por qué sentía sus dedos temblar al sostener la cuchilla
en su mano?
— ¿Qué oportunidad tienen estos seres indefensos si alguien como tú no
llegó a valorarlos? —Mihara expresó su pensamiento, dándole un beso en la
frente a su linda Chobit—. Ingresa contraseña, “CHOBITSU”
— ¡Mihara! —Kakashi lo sujetó por la solapa del cuello, apartándolo de
la unidad.
La luz que rodeó a la PERSOCOM incrementó su intensidad, haciendo que
sus cabellos y cables se alzaran en el aire.
— ¡Detén esto ahora!
— Si tanto te importa, puedes hacerlo tú mismo —respondió Ichiro con
tranquilidad pese al zarandeo—. Destrúyela Kakashi, ¿acaso no dijiste que ella
no era una prioridad para ti?
El ninja respiró frustrado, volviéndose hacia la PERSOCOM que brillaba
como un resplandeciente foco.
— Contraseña y voz confirmada.
Iniciando programa. Enlazando…
*-*-*-*
Fuuma reconoció la técnica de sustitución de Kakashi. Imaginó que su
sensei aprovecharía la distracción para abrirse paso hacia donde se encontraba
Minoru Kokubunji.
Ahora que estaba
solo con la Ángel Káiser Yuzuki, debía ser más precavido.
Yuzuki tomó
posición de combate pese a carecer de un brazo. Fuuma se alistaba para
someterla cuando la unidad frente a él comenzó a generar ruidos extraños,
quedando inmovilizada.
Yuzuki fue
rodeada por una luz blanca que la alzó en el aire. Monou creyó que se estaba preparando para una clase
de ataque cuando le escuchó decir — Contraseña y voz confirmada. Iniciando
programa. Enlazando…
*-*-*-*
Desde el cuarto
de control, Dita continuaba la cruenta batalla por mantenerse reinando sobre el
sistema principal, al mismo tiempo que monitoreaba las actividades de sus
aliados por si llegaban a necesitar ayuda, pero sobre todo se encontraba al
pendiente de Lucy.
Le alegró verla
llegar al laboratorio donde Zima estaba cautivo. La vio usar sus habilidades
para cargarlo y abandonar la zona.
Pero su
felicidad duró poco, pues se estremeció al detectar una gran conmoción en la
red. Escuchó una voz en su cabeza, a la cual era inmune a diferencia de los
demás PERSOCOMS en el mundo.
— ¡No, la unidad
Chobits ha sido activada! ¡Deténganla, alguien tiene que detenerla! —gritó
desesperada.
*-*-*-*
Hatake Kakashi se sintió frustrado consigo mismo. Allí estaba, frente
a la amenaza que debía erradicar para evitar un gran desastre… No había
enemigos que se lo dificultaran, ni alguien que fuera a impedírselo.
Sólo tenía que perforarle el pecho y destruir su disco duro, podría
hacerlo de un solo golpe… esa cosa no iba a sufrir, ni siquiera a sentir… no
chispearía sangre, él no quitaría una vida…
La experiencia de matar a un enemigo no es algo que desconozca, está
tan familiarizado que incluso ha tenido que derramar la sangre de amigos que
han sido queridos para él… nunca fue fácil, tampoco lo es ahora…
Chii había llegado a su vida de manera extraña, él no lo planeó,
alguien más lo hizo… Pero aun así, esa máquina se convirtió en su única
compañía después de años de soledad. Le permitió entrar a su vida y ahora tenía
que sacarla de ella.
Se había decidido, un brillo de determinación fue visible en su ojo en
cuanto preparó el kunai con el que la atravesaría sin problemas. Pero tal fuego
en su mirada se extinguió en cuanto la PERSOCOM frente a él alzó el mentón y lo
miró al ojo, quizá por coincidencia o reflejo.
Kakashi titubeó al no ser capaz de reconocer a su PERSOCOM… Alguna vez
llegó a preguntarse cómo serían las cosas si Chii se comportara como un genuino
robot, aquellos que en la ciencia ficción sólo siguen ordenes y tienen pocas
reacciones… Chii siempre fue una criatura llena de sorpresas y respuestas al
entorno propias de una niña pequeña, y ahora…
Su misión era clara.
El conflicto de Kakashi atrajo la atención de Ichiro Mihara. El ninja
relajó los músculos de su cuerpo y avanzó más hacia la PERSOCOM, alargando el
brazo con el que sostenía el kunai, apuntando al cuello del robot. — Aquellos que abandonan una misión son
escoria —murmuró el ninja con tono pensativo.
Ante la incredulidad de Mihara, el brazo de Kakashi terminó pasando
por encima del hombro de la PERSOCOM hasta finalmente abrazarla con firmeza— pero los que abandonan a sus compañeros son
peor que escoria —citó, recordando que ésas eran las palabras con las que
basó el entrenamiento de sus alumnos, una creencia por la que estaba dispuesto
a dar la vida y que había olvidado por su propia amargura.
Chii y todos en SECTOR HEAVEN le habían hecho recordar lo que
significaba trabajar con otros, lo que significa confiar en alguien y el saber
que siempre hay una razón para volver a casa después de una misión.
— Chii, sé que puedes oírme —decidió hablarle sólo a ella—. Quiero que
te detengas, no tienes que hacer esto.
A su pesar, no hubo reacción.
— No tienes que escucharlo… Debes detenerte, de lo contrario… tú y todos
los tuyos van a desaparecer, y yo quiero que… ¡No debes desaparecer! ¿Me estás
escuchando Chii? ¡Te ordeno que pares! —le pidió, sin apartarse de su lado, ni
retirar el kunai que tenía sobre la espalda de la PERSOCOM.
— Es inútil, Elda obedece únicamente al sonido de mi voz —recalcó
Ichiro al mantenerse alejado de la pareja—. Si tan sólo me hubieras mostrado esto
antes… pero ahora es tarde. Elda, ejecuta
el programa Alfa-C-0,
ahora.
— ¡No, Chii! ¡Quédate
conmigo! —Kakashi pidió, desesperado e impotente al saber que el destino no
estaba dejándole otra salida. Una vez más tendría que tomar la herramienta de
la muerte para lograr su meta—. Lo lamento pequeña, lo lamento mucho… me habría
gustado que volvieras a casa conmigo… pero parece que será imposible.
Con el kunai
temblando en su mano derecha, Kakashi abrazó a Chii con fuerza, despidiéndose
en silencio de ella. Estuvo por apuñalarla en el centro de la espalda cuando un
apretón en su cuerpo lo detuvo.
Ichiro Mihara se
admiró al ver cómo los brazos de su PERSOCOM se levantaron y rodearon a Kakashi
en un tierno abrazo. Sin dejar de resplandecer como un ángel, la PERSOCOM se
aferró con timidez al ninja.
Hatake Kakashi
se sorprendió al escuchar la voz de Chii una vez más.
— Chii también
quiere volver a casa de Kakashi.
El ninja bajó la
cabeza, buscando la mirada de la PERSOCOM, que había recobrado el brillo en sus
ojos.
— Chii no quiere
irse —insistió con un gesto afligido.
— Elda… ¿acaso
tú?... —Ichiro intentó acercarse, mas Kakashi le lanzó un mirada hostil para
que se abstuviera de intervenir.
Kakashi sabía
que esa era su última oportunidad para frenar a la PERSOCOM, pero toda
intención de aniquilarla desapareció en cuanto ella lo miró con esos ojos
tristes. Asimismo, tal rayo de esperanza iluminó su mente, encontrando una
solución mejor— Chii, cancela el programa
Alfa-C-0 —dijo Kakashi, pero asombrosamente sonando con la misma voz* que
Ichiro Mihara.
El científico se
espantó de que pudiera imitarlo con tal perfección.
— Ingreso de contraseña necesario —habló
la robot, nuevamente sumida en un trance.
— Palabra clave, “Chobitsu”
—si Kakashi había escuchado bien, su plan debía funcionar.
— Contraseña confirmada… Cancelando
programa — la PERSOCOM se inclinó hacia atrás en cuanto su sistema comenzó a
trabajar a máxima capacidad, abortando la secuencia destructiva que eliminaría
la tecnología PERSOCOM.
Kakashi se mantuvo junto a Chii, sosteniéndola, sin cegarse por la luz
que irradiaba el cuerpo del robot.
— Si podías hacer eso desde el principio, ¿por qué tardaste tanto?
—Mihara cuestionó intrigado, pero el ninja no respondió—. Supongo que no
pensabas con claridad, estabas asustado… O creíste que no valdría la pena el
esfuerzo si la “Chii” que conocías ya no podía volver a ti —se atrevió a
especular.
— Guarda silencio Mihara… —Kakashi le pidió con un deje de rencor.
— Cualquiera de las dos respuestas basta para mi… —Mihara suspiró
aliviado, y hasta conforme con el resultado de los acontecimientos.
Una vez que Chii dejó de resplandecer, cayó en brazos de Kakashi. La
PERSOCOM cerró los ojos unos segundos para abrirlos y contemplar su alrededor después
de uno de sus usuales — ¿Chii?
Kakashi pudo sonreír bajo su máscara al instante en que Chii le dedicó
un gesto risueño.
— Ten, ponle esto —Kakashi atrapó la bata de la que Ichiro Mihara se
despojó—, no es correcto que ande por allí sin ropa.
El ninja reservó sus comentarios, ya habría tiempo para hablar
seriamente con Mihara y decidir lo que sus actos merecían.
En cuanto vistieron a Chii con la bata, que le quedó enorme, Ichiro la
llamó, primero con el nombre de “Elda” pero al no haber atraído su atención
decidió llamarla por su nuevo nombre, a lo que la PERSOCOM se volvió y lo miró
con curiosidad, como un niño mira a un extraño.
Esa mirada le causó un poco de tristeza a Ichiro, pero se mantuvo
sonriente pese a sus propios sentimientos.
— Chii, ¿puedo preguntarte algo? —Kakashi se lo advirtió con su ojo:
“No intentes nada”—. Dime, ¿ya has encontrado a la persona que es sólo para ti?
— ¿Chii? —la PERSOCOM
inclinó la cabeza al no comprender.
— Me refiero a la persona que cuando no está a tu lado te duele aquí
—Mihara se llevó la mano para palpar su pecho, justo donde el corazón reside.
La PERSOCOM se toca ese mismo punto, quedando pensativa— La persona
que cuando no está con Chii… —meditó por unos segundos, en los que encontró la
respuesta a dicha cuestión, iluminándosele el semblante al saber exactamente de
quién se trata — ¡Sí! Chii ha encontrado a la persona que es sólo para ella.
Ichiro rio, complacido por la respuesta — Me alegra mucho escucharlo… Te
deseo mucha suerte, y sobre todo que seas feliz.
Chii asintió, compartiendo su felicidad con Mihara, mas unos repentinos
estruendos terminaron con las sonrisas y la alegría.
Ichiro Mihara recibió tres impactos de balas, todos en el costado
derecho. Su camisa se empapó de sangre con la misma rapidez con la que Minoru Kokubunji
desapareció detrás de una compuerta corrediza secreta.
Nadie lo esperó,
pero en cuanto el chico sintió los cables aflojarse sobre su cuerpo, aprovechó
el no ser el centro de atención para buscar una ruta de escape. El
compartimiento secreto que hizo construir al fin brindó frutos, tan estrecho y
tan pequeño que sólo alguien de su tamaño lo podía utilizar.
Pudo haber
escapado de manera silenciosa, pero en un último vistazo, se convenció de que
debía eliminar al hombre que lo humilló y engañó. Sin compasión alguna disparó
contra él, cerrando tras de sí la escotilla blindada.
Kakashi tuvo que
decidir si detener a M o socorrer a
Mihara, su decisión fue para con su amigo, aquel a quien se había prometido
rescatar y ahora…
El científico
cayó al suelo, presionando las heridas en su cuerpo. A Kakashi le bastó una
simple mirada y verlo toser sangre para saber la gravedad de su situación.
La PERSOCOM miró asustada la escena, sin poder acercarse.
— ¡Kakashi!
— ¡Sensei!
Fueron las exclamaciones que escuchó antes de que la puerta del lugar
se abriera de golpe.
Fuuma Monou, Kagome Higurashi y Kaede Saito entraron a la oficina,
asustados al haber escuchado los disparos.
Les tomó pocos segundos salir de la impresión que les provocó el
panorama sangriento, y en algún lugar de sus mentes se alegraron de que el
herido no fuera el ninja.
— ¡Chii! —Kagome se abalanzó sobre la PERSOCOM, que la abrazó con
miedo por lo sucedido.
— ¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Fuuma, acuclillándose a un lado de
Kakashi quien estaba aplicando un vendaje rápido por encima de la ropa de
Mihara.
— Oh no —se lamentó Kaede Saito, permaneciendo apartada del grupo.
— Eso no importa, tenemos que salir inmediatamente de aquí —el ninja
cargó al científico subiéndolo a su espalda. Buscó entablar comunicación con la
PERSOCOM que dejaron en el cuarto de mando—. Dita, ¿cual es…?
Calló al sentir cómo el complejo se sacudió de manera repentina.
— ¡¿Es un terremoto?! —Kagome terminó de rodillas en el suelo tras
perder el equilibrio.
— No lo creo… —musitó Kakashi, antes de escuchar una ligera risita de
Mihara, cuyo rostro quedaba justamente apoyado sobre su hombro.
— Lo siento… debo declararme culpable… —susurró el herido—. Antes de
venir, hice unos pequeños arreglos para que… todo este lugar… desapareciera
bajo tierra.
— Eso fue perfecto Mihara —dijo Kakashi con claro mal humor.
— Perdóname… creo que… no calculé bien… el tiempo que tomaría todo
esto… o quizá es… porque no me imaginé saliendo de aquí…
— Vamos a salir de aquí —se dijo Kakashi, corriendo hacia la salida
del lugar. Afuera, notó los restos de la unidad Yuzuki, se prometió felicitar
después a su aprendiz por tal labor… aunque se decepcionará cuando escuche que
Fuuma aprovechó el instante en que la PERSOCOM quedó fuera de línea para
destruirla.
—¡Dita! ¡Dita! ¡¿Puedes escucharme?! —de nuevo Kakashi insistió.
— Sí, aquí estoy ¿dónde se
encuentran? ¡Este lugar está colapsando! ¡¿Qué es lo que han hecho?!
—recriminó la PERSOCOM a través de su visor.
— Te sorprenderá saber que nosotros no tuvimos nada que ver, ¿crees
que puedas sacarnos de aquí?
— Negativo —fue veraz—. Estoy completamente ciega en los niveles
inferiores, y hay múltiples incendios comenzando desde el segundo nivel por las
explosiones que ocurren cada dos minutos ¡¡Aaaah!! —escucharon una fuerte
explosión que acalló el grito de la PERSOCOM.
— ¡¿Dita?! ¡Dita, responde! ¡Dita!
— Esto no es bueno… ¡¿qué haremos?! —Kagome preguntó nerviosa.
Pero Kakashi no respondió.
— ¡Yo… yo conozco una ruta de salida auxiliar! —Kaede Saito se animó a
decir.
— ¿De verdad? —Kagome la sujetó por los hombros.
— ¿Quién es ella? —hasta ahora al ninja le importó su presencia.
— Es la hermana de Minoru Kokubunji, pero no se preocupen, podemos
confiar en ella —Higurashi respondió de inmediato, interponiéndose entre su
grupo y la chica.
— Por favor, créanme, es un elevador que mi hermano y yo utilizábamos
para salir sin ser vistos por los operadores del plantel. Quizá por los daños
no funcione y la subida sea larga, pero hay escaleras verticales por las que
podemos ascender a la superficie.
— Suena bien para mí, guíanos —pidió Kakashi, apurado al sentir el
pulso de Mihara cada vez más débil.
— Pero ¿qué pasará con Dita y Lucy? —se preocupó Fuuma antes de seguir
al grupo.
— Creo que son más capaces que nosotros de sobrevivir a esto, no
olvides quién es Lucy. De prisa, no hay tiempo que perder —ordenó el ninja con
tono severo.
El grupo debió subir un piso más para llegar a la puerta del ascensor
del que les habló Kaede. Justamente se encontraba dentro de la habitación que
fue adecuada para que ella habitara, una réplica exacta de la casa en la que
vivió con su hermano durante la niñez.
Kaede presionó algunos botones y el elevador se mostró ante ellos. Tal
y como predijo, el ascensor estaba fuera de servicio, pero en cuanto abrieron
la escotilla del techo, vislumbraron los barrotes que les servirían de
escaleras.
Fuuma pasó primero para ser quien jalara a los demás fuera del
ascensor. Kakashi ayudó a Kagome y después a Chii. Monou sujetó a ambas al
saber que sería mucho más rápido si utilizaba su chacra para subir por los muros.
El ninja aseguró a Mihara a su espalda antes de ofrecerle la mano a
Kaede Saito. La joven negó con la cabeza, dando pasos hacia atrás.
— ¿Qué estás haciendo? No hay que perder el tiempo.
— No iré —fue rotunda su respuesta, avanzando hacia atrás en pasos
cortos—. Tengo que esperar a mi hermano.
— No quisiera ser yo quien te diga esto, pero dudo que eso ocurra. No
seas tonta y acompáñame, de lo contrario morirás aquí —Kakashi intentó
disuadirla, pero Kaede continuó negándose.
— Tengo que quedarme —dijo, sentándose en el sillón de su sala—. Si
Minoru viene y no estoy aquí, sé que me arrepentiré siempre… En cambio, si no
lo hace significará que finalmente me dejó atrás, y yo podré irme en paz
—sonrió un poco, agachando la cabeza.
Los sonoros estallidos y los constantes sacudimientos estaban por
obligar al ninja a sujetar a la joven por la fuerza, pero en cuanto dejó que
sus sentidos se concentraran en ella, descubrió un poco sobre su verdadera
condición.
— Tú… eres como esas máquinas.
Kaede sonrió con amargura —Algo así —prefirió no tener que dar largas
explicaciones—… por eso, no se sienta culpable, yo no estoy viva… Por favor,
déjeme aquí… Esto es algo que tengo que hacer. Kagome… ella… sé que no lo
entenderá, dígale que de verdad lo siento…
Hatake Kakashi dudó por unos instantes, dando media vuelta tras optar
por cumplir la petición de un espíritu
errante.
La joven cerró los ojos, meditando que le era extraño sentir miedo…
pero oró para que la muerte llegara a ella.
*-*-*-*-*
Minoru Kokubunji
abrió con cuidado la escotilla de escape, que lo llevó al otro lado de la cerca
perimetral de su terreno. Diseñó esa ruta para que desembocara a varios metros
lejos de la fábrica. Únicamente debía caminar un kilómetro hacia la carretera dónde
ya debe estar esperándolo un automóvil.
Por supuesto que
pensó en su hermana conforme buscaba salir a la superficie. En algún momento
quiso volver por ella, pero calmó su conciencia al pensar que si ya ha sido
revivida una vez, podría volver a la vida de nuevo, sólo necesitaba llegar al
precio correcto.
Con tales
pensamientos es con los que pudo salir y ver el cielo estrellado una vez más.
No veía lo ocurrido como una derrota, sino como una enseñanza. Quizá haya
perdido mucho, pero nada comparado con lo que podrá ganar en el futuro… tenía
que creer en ello para no estallar en una rabia que lo llevaría a cometer
imprudencias.
Estaba por
cerrar la escotilla cuando un dolor incomprensible lo estrujó violentamente.
Sus gritos
duraron poco, siendo obstruidos por una fuerza invisible que lo alzó por encima
del agujero por el que salió.
Estaba siendo
aplastado por una presencia extraña que tenía la intención de reventar su
cuerpo como un globo. Alcanzó a ver una silueta frente a él, una mancha de
color magenta cuya sonrisa torcida resaltó en la oscuridad de la noche.
— Vi tu foto
—dijo la cazadora nocturna—. Eres el chiquillo que causó tanto alboroto con sus
juguetitos ¿no es verdad?
Pero Minoru no
podía responder, no sin aire.
— Escuché algo y
creí que me toparía con los demás, pero veo que tuve suerte —dijo la diclonius
con ansias asesinas—… Lo siento por ti mocoso, a diferencia de los que pudieran
quererte con vida, yo ansiaba encontrar a alguien a quien pudiera matar sin que
nadie pudiera verlo o impedirlo… Esto es algo que necesito, no es nada
personal.
La cabeza de Minoru
Kokubunji quedó flotando en el aire, mientras su cuerpo decapitado cayó por el
ducto de escape.
Lucy pudo
suspirar satisfecha, el sonido de la carne rompiéndose y la sangre fluyendo le
resultaba, en ocasiones, muy estimulante…
Ese chiquillo
poseía un alma tan repugnante a tan corta edad, ¿cómo se atrevían los humanos a
acusar a las diclonius de ser asesinas natas si entre sus propios niños
existían seres como Minoru?
La mujer dejó
caer esa cabeza y cerró la compuerta, sin dejar demasiados rastros de su
presencia allí. Decidió regresar a donde dejó al par de hojalatas que cargó
hasta la superficie.
Avanzó con una
sonrisa victoriosa, pues seguía sintiéndose bien acabar con un humano
desagradable.
*-*-*-*-*
Kaede Saito continuó esperando en el mismo lugar pese a los crujidos
constantes de los muros y, sobre todo, del techo que comenzaba a romperse. Se
había iniciado un incendio en la cocina cercana, pero el humo no le afectaba a
su cuerpo que había olvidado cómo respirar al ser algo que ya no necesitaba.
Las luces anaranjadas se marcaban en el lugar, así como las sombras,
en una competencia silenciosa por ver cuál de ellas sería la que envolvería a la
chica que esperaba el fin.
En cierto momento, ella se supo acompañada. No se trataba de Minoru,
pero al fin fue capaz de ver a la persona por la que era capaz de eludir a la
muerte.
No se había equivocado, se trataba de una mujer. Deseó ver su rostro
pero la capucha que acompañaba su larga gabardina blanca lo ensombrecía casi en
su totalidad, sólo un par de labios pintados eran visibles.
— ¿Ya podrías… dejarme libre? —Kaede le preguntó, suplicante.
— ¿Eso es lo que realmente deseas? —preguntó la mujer, poseedora de una
voz madura.
— Mi hermano… al fin decidió que ya no era importante, significa que
podrá seguir adelante —respondió en completa sumisión.
La mujer sonrió, ocultando un secreto que traería desesperación a la
joven.
— No tienes que preocuparte más por Minoru, ya obtuvo lo que merece…
Ambos lo hicimos. Fue un buen socio, pudimos haber hecho más pero creo que es
suficiente…. Nuestra asociación termina ahora —la mujer estiró la mano y
atravesó con sus dedos el cuello de la chica.
Kaede se sobresaltó antes de que su cuerpo y conciencia comenzaran a
desvanecerse. Derramó una última lágrima para despedirse de su hermano, y en
cuestión de segundos todo su ser redujo a polvo y huesos.
La misteriosa mujer contempló la perla en su mano, complacida por la
dureza y brillo que persiste en ella. — Será un buen material —musitó para sí
misma, comenzando a andar por el cuarto hasta introducirse en una gran sombra,
dentro de la que desapareció.
*-*-*-*-*
En cuanto el equipo de Kakashi logró llegar al exterior, ya un par de
hombres armados los estaban esperando para llevar a cabo la extracción de todos
los miembros de SECTOR HEAVEN implicados en la escena.
Conforme se alejaban, sirenas de agentes policiacos, bomberos y
ambulancias se juntaron a la entrada de la fábrica, encargándose de los
trabajadores que encontraron amarrados y listos para ser puestos en las
patrullas, cortesía del escuadrón canino de Kakashi.
Subieron a un pequeño bote motorizado que velozmente los alejó de la
costa y las luces de los helicópteros. El destino era el buque S.H. que ya los
esperaba, sin embargo, Mihara no guardaba esperanzas de llegar a ser atendido,
sabía que iba a morir en ese lugar.
Mientras los demás chicos se alentaban y confortaban por las
experiencias vividas, Kakashi permaneció junto al moribundo Mihara. El
transporte no estaba lo suficientemente equipado como para brindarle un lugar más
cómodo, pero algo pudieron hacer con un par de cobertores que acompañaban a la
caja de primeros auxilios.
— Mihara, no se te ocurra morir, no ahora —le dijo el ninja, quien
estaba atento a sus respiraciones.
El científico sonrió con debilidad— Je, ¿para que puedas castigarme después?
No Kakashi… eso no pasará… tú lo sabes…
— No resististe tanto tiempo en ese lugar para morir de manera tan
miserable, piensa en ello.
— Lo sé… pero ¿por qué conformarme con este mundo cuando podría ir a
un lugar mejor? Aquel donde Chitose… de seguro me está esperando… —balbuceó un
poco.
— Mihara… tú no puedes irte así.
— Nadie puede evitar eso… ya no… No sufras Kakashi, esto no fue tu
culpa, nunca lo ha sido… —dijo de manera despreocupada—. Yo, lamento haberte
involucrado en todo este desastre pero… confié en ti… lamento haber abusado de
tu amistad… ojala pudiera pagarte estas… misiones extras que has hecho por mí.
Kakashi calló, pesándole la inminente muerte de un amigo.
— Gracias… por haber cuidado a… Elda… quiero decir, a Chii —se
corrigió, tensando los dientes por los dolores que aún siente, pero que poco a
poco han aminorado conforme el frío le invadía el cuerpo—… Yo… me desquicié un
poco… lo sé pero… creí estar haciendo lo correcto… pero ahora… lo que vi allí…
lo que Chii me dijo era… todo lo que necesitaba escuchar… El sufrimiento es
parte de… toda vida, pero la vida nos recompensa la misma cantidad de desdicha
con felicidad… tarde o temprano… incluso mis hijos… tendrán que aprender esa
lección… y también los humanos…
Ichiro Mihara levantó su mano temblorosa, y Kakashi la sujetó con
hermandad.
— No temas por lo que hay… en Chii… sólo debes repetir lo que te diré,
usando ese truco de copiar mi voz… muy impresionante por cierto —bromeó antes
de jalarlo para susurrar en su oído los accesos clave—… con eso podrás
desactivar el programa para siempre si así lo quieres, convirtiéndote en el
único usuario… Chii es tuya Kakashi… sé que decidirás lo mejor para ella… sé
que la cuidarás… y con ella mi legado estará a… salvo… —Kakashi asintió,
sellando una pacto entre ambos. Ichiro Mihara esbozó una última sonrisa antes
de que sus ojos se cerraran para siempre.
El ninja se lamentó en silencio, siendo un sentimiento que respetaron
los demás al dejarlo solo.
FIN
DEL CAPITULO 14
* Aunque jamás vi a Kakashi haciéndolo, en un episodio de Naruto
Shipudden, Yamato se disfrazó de Sasori quedando exactamente igual en
apariencia, así como imitando su voz a la perfección, por lo que creo que es
algo que un ninja es capaz de hacer para misiones encubiertas y esas cosas.