domingo, 24 de julio de 2011

NUEVO BANNER para EL LEGADO DE ATENA

Como me desesperé y publiqué primero el episodio NUEVO de EL LEGADO DE ATENA, no había tenido tiempo de hacer un nuevo banner para marcar el inicio de una nueva etapa dentro de la historia, pero aquí lo tienen.

De nuevo volvemos a uno donde Atenea es la imagen principal XD. Más adelante, cuando la historia vuelva a dar un giro, cambiaremos de imagen.

Un saludo a todos =)


PD. Ya he recibido algunos comentarios del episodio, es un gusto que les haya agradado jajaja y ya sabía que algunos resentirían la muerte de cierto personaje, pero no se preocupen, siempre nos acompañará en espíritu XD!Esperen a verlo en el siguiente episodio ;)

sábado, 23 de julio de 2011

SOBRE EL CAPITULO 21

Yo advertí que dejaría pasar algo de tiempo para volver a escribir un capitulo de este fanfic. De hecho iba a tomarme mas tiempo pero en FF.net aparecieron lectores nuevos y eso me motivó a volver más rápido.

Ya esta en FF.net CAPITULO 21 , y publicado aquí en el Blog en el Post anterior --->

RESEÑA:
Lo ocurrido en Egipto es sólo el inicio de una serie de conflictos. Aún cuando la paz ha vuelto al Santuario y a Meskhenet, en JAMIR el peligro asecha.
Tres individuos buscan la vida del Maestro Herrero de Jamir, siendo KRAZ, el santo del Cuervo, quien deberá pelear para defender a sus camaradas.

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NOTAS DE LA AUTORA

No creí que lo de Jamir fuera a abarcar todo el episodio, pero bueno, parece que el santo de plata tomó fuerza en su debut.

Ya era hora que relatara como es que están las cosas en cuanto al 'más allá' en este universo que he creado.
El mismo Hades en la serie dijo que su muerte causaría un gran desastre en el mundo, obviamente, considerando que FUE el dios dominante de la muerte por estos rumbos, sin embargo con la existencia de otras 'ordenes' y mitologías cada Panteón tienen sus deidades de la muerte y todo ese lío.

(De hecho en esta historia, para no haber conflictos, los dioses de cada Orden de guerreros puede reclamar las almas de sus 'seguidores/guerreros/pueblo' y llevarlos a sus paraísos o infiernos particulares)

Así que en vez de elegir a alguna de las entidades ya existentes, y evitar un conflicto mayor, EL SHAMAN KING llegó al acuerdo de que sería alguien 'nuevo', un ESPÍRITU DE LA MUERTE joven e inventado por mi para este fanfic (pero su nacimiento ocurre al final de otra historia mía por ahí jeje, despreocúpense, no hay que leer para entender)

La verdad es que KENAI de Cáncer se ha vuelto uno de mis personajes favoritos. En este episodio podremos ver un poquito de ese lado 'maloso, bélico y sanguinario' que algunas personas me hicieron notar 'no tenía' la primera vez que apareció.
Si hubiera deseado una copia al carbón de los anteriores SANTOS simplemente hubiera hecho COPY-PASTE de los que ya conocemos, por lo que cierto es que KENAI es una persona buena, pero si lo hacen enojar... bueno, en el episodio se ve un poco de la actitud que puede llegar a tomar =P.

Puede que vaya a recibir algunos reclamos de lo que sucede al final de este episodio pero... en la guerra tantos a los malos como a los buenos pueden pasarle cosas desafortunadas.
Ya hablaré de ello mas adelante, porque es SPOILER XD.

Saludos a todos y en AGOSTO sin falta el CAPITULO 22 que esta a un 98% y el 23 a un 5%.

EL LEGADO DE ATENA. CAPITULO 21. El cuervo gris

Una llanura blanca con horizontes infinitos, así es como Kenai de Cáncer solía describir la nueva antesala al reino de los muertos.

En aquellos días en los que vivía en Alaska, su maestro le dijo que durante milenios la entrada al otro mundo era un lugar lúgubre, frío y de total oscuridad llamado Yomotsu Hirasaka*. Una colina por la que los muertos caminaban hacia un precipicio al que estaban forzados a lanzarse para llegar al Inframundo donde serían juzgados y sentenciados.

Sin embargo, la destrucción del reino de Hades causó un gran desequilibrio. Todas las fuerzas divinas y sobrenaturales que estaban fuertemente ligadas al mundo de la muerte debatieron sobre lo que debía hacerse, mas antes de que comenzara una guerra sin sentido entre las soberbias divinidades, el Shaman King logró un acuerdo por el que la mayoría mostró simpatía.

Su maestro solía mofarse de la nueva fachadaNadie tendrá miedo a la muerte al ver esto, eso te lo aseguro —repetía en cada visita.

Kenai no se quejó nunca, le gustaba la simplicidad del espacio. Así debía ser ‘la nada’ pues el suelo y el cielo eran totalmente blancos, no existía nada más allí que el torbellino de luz hacia el que las almas acudían al ser atraídos por las voces de familiares que los esperaban del otro lado.

No sé quién es más cruel, si Hades por sus severos castigos, o esa cosa que utiliza la voz de tu propia madre como anzuelo… —su maestro solía decir con sarcasmo.

Pero Kenai nunca ha escuchado tales voces, tenía la teoría de que es algo que ocurre cuando de verdad estás muerto.

El Santo de Cáncer aceptó una misión la cual parecía sencilla. Por órdenes del Patriarca viajó hasta Jamir para localizar los ropajes de oro restantes, pero durante sus indagaciones por el mundo de los espíritus percibió extrañas alteraciones en el manto que separaba al mundo de los vivos del de los muertos.

Creyendo que era su obligación averiguar más, se adentró a ese reino en busca de respuestas que muchos le negaron, así que cansado de caminos sin salida es por lo que decidió hacer una visita a un viejo amigo

Kenai esperó por largo tiempo el ser notado. Permaneció sentado viendo como siluetas transparentes avanzaban hacia el torbellino luminoso que le transmitía tanta paz, aunque comenzaba a aburrirse…

Cerró los ojos al dar un fuerte suspiro, resintiendo una brisa gélida que lo hizo sonreír— Ah, te estaba esperando… supongo que tu tardanza fue a propósito —el Santo comentó sonriente.

Kenai abrió los ojos, inclinando la barbilla para ver a la criatura que se manifestó frente a él.

Se trataba de un ente formado por sombras que se remolineaban como fuego negro. Las tinieblas se condensaban en una silueta casi humana, sin rostro, ni sexo.

— Esperaba que te dieras por vencido y regresaras por donde viniste —escuchó de una voz compuesta por un timbre masculino y otro femenino—. Pero olvido que trato con un ser humano necio como tú.

— Oh vamos no seas descortés —dijo en broma—. Así no deberías hablarle a tus mayores.

La criatura extendió su fuego, adquiriendo una apariencia mucho más amenazadora que antes, la de un ente brumoso con garras y fauces que sería capaz de devorar su alma o hacerla pedazos con un solo pensamiento.

El Santo de Cáncer debería medir mejor sus palabras al tratar con el arquitecto del nuevo reino de la muerte, el amo y el guardián del más allá… pero a veces se dejaba dominar por el mismo espíritu altanero que aprendió de su mentor.

— ¡Di tu asunto!— la sombra bramó enfadada —. La única razón por la te permito seguir aquí es porque soy generoso, sin mencionar que prometí ser paciente con los de tu clase… pero la generosidad y la paciencia tienen límites.

Kenai rió un poco ante el carácter impaciente de la nueva Muerte— Sólo quiero hablar… hay algo que deseo preguntarte así que…

— No tientes tu suerte Santo de Cáncer…

— Tranquilo, no vengo a preguntar cuándo voy a morir, o si podrías resucitar a alguien, o esa clase de cosas —lo interrumpió, divertido—. Investigaba por el reino de los espíritus cuando noté que algo no estaba bien… no creo que sea mi imaginación pero algo extraño está pasando aquí, puedo sentirlo… como si el velo entre nuestros mundos se estuviera debilitando y abriendo constantemente.

— No tienes por qué decirme lo que ya sé… en verdad que eres un entrometido —musitó la Muerte con desagrado.

Las llamas que la formaban redujeron su intensidad, comprimiéndose en una silueta más humana que poco a poco se convirtió en la de un joven de complexión delgada. Carente de ropa tenía la piel ligeramente bronceada, cabello negro que le llegaba hasta la cintura. Al abrir los ojos mostró una mirada intensa y muy severa adornada por un color dorado.

La primera vez llegaba a ser intimidante, pero Kenai veía a ese poderoso espíritu como a un amigo

— Entonces ya lo sabías…

— Por supuesto— respondió la Muerte con voz varonil al escoger el género de su cuerpo físico.

— No pareces preocupado… pero sí muy molesto —el santo comentó al ver su semblante—, aunque eso no es novedad.

El joven se cruzó de brazos, ignorando la rapaz lengua del santo de Atena— Sé qué lo causa pero no puedo intervenir… —le costó admitir.

— Pero ¿por qué no? Se supone que tú eres el guardián de…

— ¡Hay cosas que todavía no estoy capacitado de hacer! —respondió indignado.

El shaman sintió un aire hiriente a su alrededor, pero es lo que sucedía cuando te presentabas ante el señor de la Muerte con el alma completamente expuesta y vulnerable.

La respuesta dejó contrariado al Santo, ¿qué estaba sucediendo que ni la Muerte es capaz de intervenir?

Muchos lo desconocen, pero Kenai era de un grupo de privilegiados que sabía que trataba con un espíritu de la Muerte muy joven. No lleva existiendo más de quince años humanos, pero su juventud fue la razón por la que resultó el mejor candidato para el puesto al no albergar tristezas, resentimientos, odios, ni maldad que muchos de las entidades antiguas poseen. Además, una nueva Era necesitaba de una nueva Muerte.

— ¿Qué lo causa? Quizá yo puedo ayudar —preguntó preocupado.

La Muerte lo miró detenidamente, soltando un gesto despectivo — El mismo Shaman King ha decidido no inmiscuirse en ese asunto. Sé que hay cosas que no está permitido decirte, por lo que sólo puedo advertirte… —susurró, como si cuidara que entre el blanco infinito oídos chismosos pudieran escucharlos—. Kenai de Cáncer, fuerzas muy antiguas están movilizándose por al mundo de los mortales. Dos de ellas son las que me preocupan, pero tus capacidades sólo te permitirían ayudarme con uno de los problemas —inclinándose un poco para estar a la altura del rostro del Santo— El Cetro de Anubis’, destrúyelo y será una carga menos para los tuyos… Corta de una vez por todas esa mala raíz que enterraron en el desierto…

— El Cetro de Anubis —repitió al memorizarlo—. Y qué es lo que…

— Se terminó el tiempo —dijo repentinamente la Muerte—. Y no es que me preocupe por ti; un mortal menos, un mortal más, no significa nada, pero sería muy fastidioso tenerte en el otro mundo con tanta anticipación.

— ¿De qué estás hablando? —Kenai abrió los ojos con desconfianza, más al ver como el joven de cabello negro extendió el dedo índice contra él.

— Digo que si no quieres morir tan patéticamente será mejor que despiertes.

El shaman quedó mudo cuando la Muerte le atravesó el corazón con el dedo.




Capitulo 21

El cuervo gris

En Jamir no había mucho qué hacer. La custodia de la torre no le permitió recorrer los demás pisos de la misteriosa fortaleza ni siquiera para matar el tiempo.

Por el carácter de Ayaka, Kraz varias veces terminó ayudando en el aseo del taller y otras actividades hacendosas que bajo otras circunstancias no habría hecho.

Varios días han transcurrido desde que Kenai de Cáncer entró al mundo de los espíritus. El cuerpo del Santo dorado no se había movido nada desde entonces, Kraz comenzaba a preocuparse por el retraso… pero él no tenía la habilidad para saber lo que estaba ocurriendo, no porque Kenai haya sido un mal maestro, sino porque fue decisión suya no aprender.

Kraz nunca ha estado interesado en conocer ese mundo que tantas malas experiencias le ha traído.

Desde su nacimiento ha causado infortunios a otros, sus padres murieron en un accidente por el camino cuando viajaron a Siria, siendo el único sobreviviente.

Huérfano desde muy pequeño, solía recibir ayuda de personas caritativas que le daban asilo al verse conmovidos por su apariencia, sin embargo a los pocos días terminaban por echarlo al decir que estaba maldito al traer enfermedades y desgracias a los que lo ayudaban.

Kraz vivió día y noche luchando de manera instintiva contra los espíritus que deseaban tomar control de su cuerpo, batallas de las que salía herido y por las que tenía numerosas cicatrices en la piel.

Fue creciendo en la soledad, viviendo en un capullo de miedo y desesperanza, yendo como vagabundo por el mundo hasta que la vida lo llevó a toparse con un buen samaritano que también viajaba sin rumbo.

Aunque Kraz intentó seguir por su cuenta, el amable hombre se las ingeniaba para permanecer a su lado. Pronto se dio cuenta que estando cerca de ese individuo los espíritus no lo molestaban… Nunca le preguntó su nombre y por ende él tampoco lo hizo.

Se acompañaron por unos días hasta llegar a Grecia, donde el hombre de sandalias humildes lo condujo al Santuario. Allí el viajero le aseguró que encontraría paz y utilidad a sus talentos. Nunca más lo volvió a ver.

Pero incluso en el Santuario se vio perturbado por las almas errantes, debiendo aislarse de todos hasta que un día el Santo de Cáncer llegó y sonriente le ofreció su amistad.

Kraz sujetó con cuidado la pequeña figura de madera que colgaba de su cuello. Los parajes grises y solitarios como Jamir solían ponerlo nostálgico, son la clase de sitios en los que de niño buscó refugiarse del rechazo o maltrato de los demás.

Regresó al interior de la torre, encontrando que la pequeña guardiana le había dejado un gran plato de comida.

Echó un vistazo a su antiguo maestro, al no ver cambios en él decidió sentarse a comer. Extrañaba la carne, Ayaka parecía tener una dieta vegetariana muy estricta que no podía criticar al ser un invitado en el lugar.

Comía tranquilamente el caldo de verduras cuando la jovencita bajó al primer piso, inspeccionando que los visitantes estuvieran bien.

— ¿No ha habido ningún cambio? —preguntó Ayaka, mirando fijamente a Kenai a lo lejos.

Kraz continuó cuchareando la sopa, comiéndola con agrado— En el mundo de los espíritus el tiempo pasa de formas diferentes. Para el señor Kenai pueden haber pasado minutos mientras que para nosotros horas o incluso días —explicó.

Ayaka buscó asimilar la respuesta— ¿De verdad pueden ver a los fantasmas? —cuestionó. El santo del Cuervo era más serio y centrado que Kenai, por lo que podía confiar en que él le respondería con sinceridad.

El santo asintió mientras masticaba.

¿Y cómo es? ¿Dan miedo? —preguntó al despertarle curiosidad.

— Yo no he visto muchos, sólo los he sentido. No soy tan habilidoso como el señor Kenai —admitió sin pena—. Algunos se muestran tal y como se veían en vida, aunque otros se manifiestan con las lesiones que fueron su causa de muerte…

— Debe ser muy interesante tener tal poder —comentó la chiquilla— Escuchar a aquellos que ya se fueron de este mundo.

El Santo del Cuervo sorbió un poco la sopa, pensando en que esa niña no tenía idea de lo que decía. Con gusto le regalaría su poder si pudiera.

Ayaka se levantó, yendo por dos grandes cubetas de madera que estaban en una esquina— Bueno, saldré por un momento. Se terminó el agua.

Kraz miró por la ventana, percatándose de que el sol caía por el horizonte— Es tarde, iré yo —se ofreció.

— Nada de eso, el estanque está muy bien escondido entre la cordillera, no lo encontrarías ni aunque te hiciera un mapa —aclaró—. Además tienes que hacer guardia, ¿qué pasaría si de pronto algo raro sucede con él? —refiriéndose al santo de Cáncer—. Yo no sabría qué hacer si se mete en problemas —extendió los dedos y las cubetas comenzaron a flotar en el aire—. Descuida, lo he hecho cientos de veces, Jamir es seguro —dijo despreocupada, haciendo uso de su telequinesis para mover las bandejas.

Kraz vio partir a la pequeña. Le angustiaba un poco dejarla ir sola, sea aprendiz del Maestro de Jamir o no seguía siendo una niña, merecía algo de preocupación.

Silbó pegando los dedos a su boca, recibiendo como respuesta el chillido de una de sus aves. Un cuervo entró por la ventana para posarse sobre su mano. Después de darle un pedazo de carne especial, Kraz le ordenó al ave vigilar a la niña, y ante cualquiera anomalía le informara de inmediato.

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Ayaka siempre ha sido una niña muy independiente. Desde que llegó a Jamir se dio cuenta que no estaba ahí para ser una molestia sino alguien de provecho.

Día a día atendía al Maestro Kiki, ayudándolo en sus tareas si lo requería, aprendiendo las artes secretas con las que se reparaban las cloths de los santos. Ella se molestaba mucho cuando Kenai le decía que actuaba como toda una esposa en vez de una alumna ya que le cocinaba, limpiaba, lavaba su ropa, entre otras cosas.

Arribó a la laguna sin ningún percance, utilizó su habilidad para sumergir los cubos dentro del agua sin algún esfuerzo físico.

Escondido entre la vasta cordillera, el estanque estaba rodeado por paredes rocosas, pero era muy hermoso el claro por el que a media noche se mostraba la luna en toda su blanca gloria.

Ayaka pensaba en la posibilidad de esperar hasta entonces para contemplar el paisaje cuando percibió una presencia no muy lejos de allí.

Le alarmó al ser cosmoenergías nada compatibles con las de los Santos. Permaneció alerta, mirando fijamente hacia la entrada del lugar.

El sonido de una roca rodando por el suelo anunció el arribo de dos individuos. El crepúsculo los mantenía ensombrecidos, pero Ayaka notó las armaduras sobre sus cuerpos.

— ¡¿Q-quiénes son ustedes?! —la niña preguntó temerosa, siendo consciente de la agresividad que había en los cosmos de dichos hombres.

No recibió respuesta, las siluetas continuaron avanzando hacia ella de manera siniestra.

— ¡Respóndanme, o si no… sufrirán las consecuencias! —advirtió, alzando los pesados cubos de agua así como algunas rocas de buen tamaño.

Los invasores se detuvieron pero estaban lejos de sentirse intimidados, sonrieron de manera burlona esperando el siguiente movimiento.

Antes de que la jovencita actuara, la tomó por sorpresa el ser alzada por un tercer individuo que apareció a su espalda.

Un hombre la sujetó con fuerza por la ropa, levantándola a la altura de su rostro. Ayaka gritó y pataleó de manera incesante. Por el sobresalto todas las cosas flotantes cayeron pesadamente al suelo.

El sujeto la tomó por la barbilla, apartándole los cabellos de la frente para una mejor inspección. Sonrió malicioso al notar las marcas en la frente de la pequeña.

— En efecto, es una de ellos —dijo a sus compañeros.

—No perdamos el tiempo entonces —agregó un sujeto de cabello largo y oscuro—, acaba con ella de una vez que nuestra prioridad es el Maestro de Jamir.

Asustada por lo escuchado, Ayaka se aterrorizó todavía más al ver cómo es que el hombre rubio que la tenía prisionera formó una esfera de energía en su mano con la que planeaba asesinarla.

Antes de que el impacto ocurriera, la jovencita desapareció sin dejar rastro.

Al escuchar los sonoros chillidos de su cuervo mensajero, Kraz se precipitó a salir de la torre a toda velocidad, mas frenó cuando Ayaka apareciera delante de él prácticamente de la nada.

Desorientada y con cara de espanto, la niña corrió con los brazos extendidos hacia el santo— ¡Kraz!, ¡Kraz! —lo llamó asustada.

El Santo se arrodilló para recibirla. La lemuriana se aferró a él con un fuerte abrazo. Kraz intentó tranquilizarla al sentir cómo temblaba entre sus brazos y sollozaba sobre su hombro. Esperó unos segundos más para levantarle la cara — ¿Qué pasó? ¿Estás bien? —cuestionó preocupado.

Conmocionada, la pequeña respondió— ¡U-unos hombres, tres… ellos…! ¡Ellos aparecieron… quisieron lastimarme, querían matarme! ¡Dijeron que vienen a matar a mi maestro!

El santo plateado permaneció tranquilo, debía evitar que Ayaka entrara en pánico— Guarda la calma, lo importante es que lograste escapar para llegar hasta aquí.

— ¿Qué haremos? —deseó saber— ¡¿Qué haremos?!

Kraz no creía que el santo de Cáncer saldría de su meditación pronto. Tampoco podía sacarlo de ese trance o mover su cuerpo. No tenía otra opción más que encarar la situación.

—Yo me haré cargo —le explicó al limpiarle las lagrimas—, tú debes ocultarte. No dejaré que te hagan daño, ni a ti ni a Kenai, te doy mi palabra —quiso sonar optimista.

— ¡Pero son tres de ellos! ¿Podrás…?

— No es cuestión de que si podré o no, simplemente tengo qué hacerlo —le palpó los hombros para ponerse de pie—. Pase lo que pase no salgas de la torre. Y si llegara a pasarnos algo debes huir Ayaka, huye y alerta a tu maestro de lo que aquí pasó.

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Tres hombres corrían a toda prisa por la ruta montañosa sin notar como un solitario cuervo volaba sobre ellos. Se trataba de tres individuos que portaban armaduras ligeras similares a las de los santos de bronce ordinarios. Uno era un joven rubio y de armadura azul; el segundo tenía cabello del mismo color verdoso de su ropaje; y el tercero poseía una cabellera larga y negra como su armadura. Este último sujetaba una lanza en cuyo extremo el filo simulaba una media luna.

Ninguno de ellos pudo explicarse lo que sucedió con la sucia lemuriana, pero en todo caso decidieron apresurarse al temer que haya alertado ya a la persona que buscaban.

Los tres corrieron a toda prisa hacia la renombrada torre de Jamir, topándose con el escenario del frágil puente y el abismo. El trío se detuvo en seco al distinguir a un individuo al otro lado del risco.

Cada uno de ellos se preguntó si aquel sería el famoso maestro al que les ordenaron asesinar, sin embargo la distancia y el próximo ocaso dificultaban la visión.

Después de unos momentos en que nadie hizo o dijo algo, los asesinos se aventuraron a alzar la voz— ¡¿Acaso eres tú al que llaman Kiki, maestro herrero de Jamir?! —preguntó el de cabello rubio.

Adornado con el eco del precipicio recibieron una inmediata respuesta— Pierden su tiempo, la persona a la que buscan no se encuentra aquí —el guerrero plateado respondió, parado al otro extremo del inestable puente de roca—. No se quienes son, pero no tienen permitido pasar, les aconsejo que den media vuelta y olviden sus intenciones.

— ¡No tiene caso que quieras engañarnos —espetó el de melena verde—, hay una presencia muy grande proveniente en esa torre, debe ser él! —señalando el complejo— ¡¿Acaso es tan cobarde que no saldrá de su escondrijo?!

Kraz supo que no tenía caso intentar explicarles la situación, de un modo u otro tendría que pelear para proteger a sus compañeros. Ya intentaron herir a Ayaka, buscaban la sangre de Kiki, y Kenai se encontraba completamente indefenso, el Santo de Cáncer podría ser asesinado sin darse cuenta hasta que intentara en vano volver a su cuerpo.

No era una opción permitirles pasar a sujetos con cosmos tan peligrosos…

— A mi ver ustedes son los cobardes, atacar a una niña inocente y venir en grupo para acabar con una sola persona no es muy loable —se mofó—. No toleraré gente como ustedes merodeando por aquí, pero si insisten entonces vengan, si se atreven —desafío con una sonrisa burlona.

— Insolente… —murmuró el lancero, reprimiendo sus deseos por correr hacia él y degollarlo.

— ¡¿Crees que caeríamos en una trampa tan estúpida?! —gritó el rubio— ¡Podrías derribar el puente en cuanto intentáramos cruzar!

— Eso es lo que harían seres rastreros como ustedes, pero yo soy un santo de Atena. Aceptaré un duelo justo si es necesario para que se larguen de estas tierras —respondió, dando los primeros pasos por la estrecha vereda de piedra.

Los asesinos se sonrieron con complicidad antes de que el de cabello rubio se adelantara, concentró una energía amarillenta en su puño derecho para exclamar — ¡Ruge, tierra! —golpeando el suelo del que emergieron dos largas cuchillas que se desplazaron por la tierra como aletas de tiburón. El fulgor amarillo mermó la estructura del puente, haciéndose pedazos en pocos segundos, lanzando a Kraz al vacío.

— ¿Quién lo imaginaría? El infeliz tenía razón —celebró el de cabello verdoso.

— ¿Y ahora cómo se supone que cruzaremos? —reclamó el hombre de la lanza, mirando hacia el profundo abismo del que emergían puntas filosas.

— De eso puede encargarse Hiru ¿no es así? —el rubio inquirió despreocupado, confiando en que las habilidades de su compañero de armadura verde les serían de utilidad.

En ese momento escucharon un extraño sonido. Al mismo tiempo los tres asesinos miraron hacia el precipicio, viendo cómo de entre la brumosa oscuridad numerosas siluetas comenzaban a ascender.

Los chillidos y aleteos de los cuervos los ensordecieron por un momento. Una numerosa parvada aleteaba con fuerza en una nube negra de aves de rapiña. Cada ave tenía atada a su pata un hilo tenso que era sujetado por un hombre.

Los invasores quedaron impresionados al ver como el Santo de Atena salió del abismo utilizando a los cuervos.

Sujetando los hilos con las manos, Kraz se valió de su parvada para subir hasta el cielo. Decidió aprovechar el desconcierto momentáneo de los invasores para atacar.

A gran altura Kraz soltó las cuerdas, las aves negras chillaron casi al unísono al lanzarse en picada contra los tres guerreros.

La marejada oscura los envolvió rápidamente. Estaban desconcertados por el que los pájaros los atacaran de modo salvaje.

Manotearon de un lado a otro esperando poder espantarlos, pero las aves volaban con frenesí, creando un remolino confuso de plumas, chillidos, arañazos y picotazos.

Se cubrieron los ojos al ser los puntos que las aves más se empeñaban en atacar. Líneas de sangre se les marcaron en los brazos, muslos y caras.

Kraz cayó en picada imitando a sus feroces sirvientes, abriéndose paso entre ellos para plantar una fuerte golpe con los pies en el pecho del rubio, desquebrajándole el peto de la armadura azulada.

Aprovechando el impulso de su ataque dio una voltereta aérea para ir sobre el de pelo verde, propinándole una patada en la cabeza que le voló el casco.

Intentó irse sobre el lancero, pero frenó su intención al ver como el enemigo comenzó a girar su lanza a gran velocidad, creando un escudo circular contra el que los cuervos morían o se alejaban.

Al ver a los suyos amenazados, Kraz silbó, ordenando que retrocedieran.

Los cuervos se posaron por los alrededores, simulando una multitud sentadas en las altas gradas de un coliseo.

— Nunca imaginé que fueras un domador de cuervos —comentó el lancero, rematando a una de las aves agonizantes a sus pies—. Pero ese truco con los pajarracos no te volverá a servir.

— Pueden tomarlo como una advertencia —insistió el Santo de plata.

— Es cierto que no nos advirtieron de la presencia de Santos Atenienses aquí en Jamir, pero esta es una oportunidad que debemos aprovechar —dijo el rubio al levantarse con cierta torpeza, resintiendo el malestar en el pecho.

— Concuerdo contigo, hermano —añadió el de armadura verde—. Un calentamiento de verdad para estos cuerpos.

Kraz se mantuvo tranquilo pese a estar rodeado por tres enemigos. Con extrema confianza aguardó a que ellos dieran el primer golpe.

El rubio se lanzó primero, seguido por los otros dos guerreros. La triada descargó feroces golpes contra el santo del Cuervo, sin embargo Kraz los bloqueaba o esquivaba con cierta anticipación.

El joven santo se mantuvo en el medio de sus enemigos sin permitirse caer en las tramposas maniobras con las que intentaban distraerlo por un flanco para alcanzarlo por otros.

Era como si tuviera ojos en la espalda, pero lo que los invasores desconocían es que Kraz era capaz de ver a través de los ojos de todos los cuervos esparcidos por el campo de batalla, así sería difícil que lo atacaran a traición.

Cansado de esquivar, Kraz arremetió con una patada circular en la que su talón golpeó las quijadas de sus oponentes, obligándolos a retroceder.

— Parece que eres más habilidoso de lo que quisimos imaginar —dijo el de la lanza, manteniendo la guardia en alto.

— Lamento no poder decir lo mismo sobre ustedes —respondió el Santo seriamente.

— ¡Maldito! ¡¿Cómo osas burlarte de nosotros?! —se precipitó el rubio para emplear una vez más su técnica— ¡¡Tierra, ruge!!

Kraz eludió fácilmente la técnica que marcó un gran boquete en el suelo.

El de cabello verde se adelantó, extendiendo ambos brazos para gritar— ¡¡Maremoto, devasta!! —emergiendo un torbellino de agua horizontal que atrapó a Kraz, quien giró sin control dentro del torrente hasta que lo estamparon contra una pared rocosa.

El de cabello negro empleó su cosmos sobre la lanza para atacar consecutivamente — ¡¡Corte mortal!! —liberando una larga ráfaga cortante con forma de luna creciente.

El Santo del Cuervo rodó para evadir la técnica, pero en cuanto la energía chocó contra la pared provocó un estallido que alcanzó a lastimarlo.

Kraz salió expulsado muy cerca de la orilla del abismo, levantándose lo más rápido que le fue posible.

Notó el brillo de la lanza que casi le rebanó la barbilla, quitándose oportunamente. Estuvo a punto de perder el equilibrio cuando su pie tocó el borde del risco. Se vio acorralado por sus oponentes quienes reían como si ya hubieran ganado la batalla.

Como si de trillizos muy coordinados se tratara, volvieron a emplear sus potentes técnicas para acabarle.

Kraz silbó a los cuervos, provocando que varios de ellos reaccionaran de inmediato.

La detonación fue estruendosa, Ayaka se preocupó al sentir el fuerte ventarrón que entró por las ventanas. Pensó en Kraz, en lo difícil que debía ser para él enfrentar a tantos enemigos él sólo.

En su desesperación comenzó a llamar a su maestro de manera incesante, suplicándole que la escuchara, que regresara, que necesitaba de su ayuda.

Al trío de guerreros se le borró la sonrisa del rostro al percibir intacta la presencia del Santo de Atena. Entre el polvo levantado, comenzaron a ver un extraño capullo creado por plumas de fuego gris.

— ¡¿Pero qué es eso?! —bramó consternado uno de ellos.

Como respuesta el capullo se extendió, formando dos alas llameantes que nacían de los brazos del Santo del Cuervo. Con ellas Kraz batió el aire y el humo, empujando a los invasores de manera feroz contra las rocas.

Sin permitirles el recuperarse, Kraz se arrojó sobre ellos, golpeándolos con las alas espectrales. El aleteo de fuego destruyó por completo los ropajes de dos de ellos, mas al impactar contra la del lancero, éste absorbió la mayoría del daño.

Kraz guardó distancia al recibir un contraataque de la afilada lanza. El guerrero de ropaje negro se paró junto a sus compañeros abatidos, evitando cualquier intención del Santo por darles el golpe de gracia.

— ¡Hiru! ¡Haru! ¡No es momento para permanecer en el suelo, de pie! —les gritó sin apartar la vista del enemigo.

Poco a poco sus compañeros lograron ponerse de pie con mucha dificultad — Setsu… maldito, parece que te tocó un mejor regalo que al resto de nosotros —comentó hilarante el rubio.

— No se fijen en pequeñeces… Si queremos permanecer en este mundo debemos cumplir con nuestra misión, ustedes vayan, yo me encargaré de él —pidió en voz apenas audible.

—Parece que tu ropaje es mucho más resistente de lo que tenía pensado —habló Kraz al verlos murmurar.

— Y no te equivocas, a diferencia de mis camaradas mi armadura es de un nivel superior. ¡No importa qué trucos utilices, no funcionarán contra mí! —espetó, girando la lanza para tomar una posición de ataque.

Kraz movió los brazos sin que el plumaje de fuego perdiera intensidad. Aguardó a que sus enemigos reiniciaran el combate, siendo el lancero el primero en entrar en acción.

El Santo del Cuervo se sorprendió al ver cómo la lanza de su oponente resistía los golpes de sus alas. Ambos quedaron atrapados en un intercambio de golpes en el que la más mínima distracción decidiría un vencedor.

En eso, el ateniense escuchó el sonido de agua correr. Vio por encima del hombro enemigo como los otros dos sujetos se valían de un tornado de agua para cruzar al otro lado del risco. Presuroso intentó abrirse camino, pero Setsu se abalanzó sobre él para impedírselo.

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Haru y Hiru miraron con desconcierto la torre antes de entrar. Había una gran presión espiritual en el entorno, algo que pudieron manejar a la perfección. Muy adentro del lugar notaron la presencia de la lemuriana así como la de un hombre que permanecía en estado de meditación. De él sentían una poderosa emanación de energía, la suficiente como para intimidarse, aunque gracias a sus sentidos se dieron cuenta de la verdadera situación.

Confiado, Haru se adelantó por la habitación, sabiendo que la mente de ese sujeto se encontraba muy lejos como para ser un problema. El guerrero rubio recubrió totalmente su brazo derecho con un aura amarillenta, el incremento de su fuerza rompió varias vasijas dentro del taller e hizo vibrar todo objeto.

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Kraz se permitió recibir uno de los golpes del enemigo sólo para separarse de él, saltando hacia el agujero. Con las alas espirituales logró volar por encima de abismo, su prioridad era proteger a sus camaradas.

Setsu no tenía manera de cruzar como todos los demás, pero al notar cómo el Santo del Cuervo fue descuidado al darle la espalda es que decidió aprovechar aquella oportunidad. Recargó su lanza con su aura violácea, transformándola en un relámpago.

Sin miramientos, Setsu arrojó el poderoso relámpago contra el domador de cuervos.

Por los chillidos de sus aves, Kraz logró volverse para ver con horror el proyectil violeta que lo golpeó.

El violento estallido desquebrajó su cloth de plata. Aturdido, el Santo del Cuervo perdió control sobre su posesión de objetos*, por lo cual las alas espirituales se dividieron en las decenas de cuervos que las formaban.

Con el cuerpo entumecido e incapaz de maniobrar, el santo creyó que sería su fin, pero al ver las numerosas cuerdas a su alrededor, así como los constantes aleteos y replicas de sus cuervos, entendió que ellos no lo dejarían morir de esa manera.

Con la poca fuerza que le quedaba logró sujetarse a las cuerdas. Los cuervos lograron llevarlo a tierra firme donde Kraz cayó temblando en agonía por las heridas.

Tosió escupiendo una gran cantidad de sangre, mas no podía echarse ahí a tomar un descanso. Reunió lo último de sus fuerzas para correr.

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El resplandor amarillo se dirigió contra el ausente Santo de Oro.

Con valentía, Ayaka se abrazó a Kenai en un inocente intento por protegerlo del peligro.

En el momento en que la sangre chispeara sobre la niña y al Santo Dorado, Kenai abrió los ojos sólo para ver cómo el brazo del enemigo emergía por la espalda de su discípulo.

Aun con el abdomen perforado, Kraz intentó hacer retroceder al asesino, pero el rubio lo golpeó en la cabeza, arrojándolo al suelo para rematarle.

— ¡¡Nooo!! ¡¡Kraz!! —lloró la lemuriana.

Antes de que ese brazo volviera a tocar al Santo del Cuervo, explotó tras un destello dorado que iluminó la habitación.

El rubio permaneció en shock al ver cómo su extremidad fue desmembrada en un parpadeo. Gritó adolorido mientras su compañero veía horrorizado los pedazos calcinados de sangre y hueso en el piso. Ambos sintieron como el ambiente se volvió helado y sombrío, una fuerte presión los empujó contra el muro más próximo, siendo expulsados hacia el exterior de la torre.

Ayaka se sobresaltó al sentir las manos de Kenai apartándola. El Santo Dorado se levantó sin dirigirle una palabra a la niña quien lo miraba con cierto recelo. Era la primera vez que veía un rostro como ese en Kenai...

El Santo de Cáncer avanzó hacia su discípulo quien se encontraba bocabajo sobre un charco de sangre. Al momento de girarlo, alcanzó a ver un último brillo de vida en sus ojos azules antes de fallecer. Kenai se atragantó un momento mientras que Ayaka sollozaba con temor a acercarse.

Kenai le cerró los ojos con solemnidad. Tomó con cuidado el águila de madera que colgaba del cuello de su pupilo para después ponerse de pie, dispuesto a confrontar a los asesinos

Ayaka le gritó desconcertada — ¡Kenai, t-tu cloth...! —al ver la caja de oro sellada.

— No la necesito para acabar con esas escorias… —musitó con frialdad al salir de la torre.

Haru se retorcía en el piso sujetando el muñón sangrante. Hiru apenas pudo ponerse de rodillas para cuando el Santo de Cáncer apareció frente a ellos.

La carencia de una llamativa cloth no les permitía reconocerlo como un Santo de Atena, pero aún así estaban aterrorizados por la energía que fluía de él.

Kenai los contemplaba con los ojos de un eficaz verdugo que no albergaba piedad por nada ni por nadie. Con el rostro ensombrecido, el color de sus ojos cobró un intenso matiz rojizo que simularon los de una criatura salida de las fosas del Tártaro.

— ¡Tú…! ¡¿Q-quién eres?! —se atrevió a preguntar el de cabellera verde, notando cómo las aves de rapiña comenzaban a amontonarse por los alrededores.

— Han matado a un cuervo —Kenai dijo con apatía—… ¿Acaso conocen la penitencia de tal acción? —inquirió amenazante.

Los hombres observaban con desconcierto como es que más y más aves negras llegaban al lugar.

— Yo creo que no, pero se los diré gustoso —el Santo sonrió con malignidad, mostrándoles la figura de madera en su mano—. Sus almas putrefactas marcharán directamente al infierno donde cientos de cuervos se alimentarán de ellas por toda la eternidad.

Los tatuajes marcados en su cara comenzaron a desprender un leve fulgor azul con el que atrajo a la parvada. En sus manos se creó una bruma acuosa que revoloteaba como almas alrededor de un núcleo luminoso. Kenai alzó la mano izquierda hacia el cielo y cada una de las aves se zambutió dentro de la espectral neblina.

Posesión de objetos…— masculló para sí segundos antes de chocar sus palmas una contra la otra.

Haru y Hiru casi fueron lanzados hacia el abismo por la fiera onda de choque. Por tal demostración de poder ambos comprendieron a lo que se enfrentaban y más terror conmocionó sus corazones.

El remolino se disipó de inmediato, dejándoles ver al Santo de Cáncer sujetando una portentosa guadaña que lo superaba en altura. El largo bastón estaba formado por los huesos de una columna vertebral, decorado por algunos adornos de plumas muy característicos de su tribu; coronando el arma se encontraba el cráneo de un cuervo gigantesco del que salía un largo y ancho filo que parecía ser capaz de cortar cualquier cosa…

La guadaña desprendió un brillo dorado muy intenso, cegando a los dos individuos que gritaron horrorizados.

Invadido por la ira, Kenai comenzó a cortarles miembro por miembro sin ninguna clase de clemencia.

FIN DEL CAPITULO 21

*Yomotsu Hirasaka= La colina de los muertos

* La Posesión de Objetos es una técnica empleada por los Shamanes para utilizar almas sobre ciertos objetos que usan para pelear. La posesión de Kraz consistía en utilizar las almas de los cuervos sobre su armadura para crear las alas de energía; mientras que Kenai las utilizó sobre el águila de madera con la que formó la hoz.

lunes, 4 de julio de 2011

SECTOR HEAVEN Preludio

Ya tenía tiempo con este mini proyecto (como si no tuviera otras cosas qué hacer ._.) y este fin de semana lo finalice.
La idea era hacer un TRAILER corto de SECTOR HEAVEN, pero el video dio un giro y se alargó, así que es como una introducción de 19 minutos (jajaja casi un cap completo XD no ma...) de los eventos PREVIOS al fic, donde vemos a Kamui Shirou de Malo.

Es algo sencillo y pues espero les guste a los fans de la historia =)
Por ondas de YouTube tuve que dividirlo en dos partes, pero en fin...