Capitulo 13. CHOBITS Parte IV
Tomar el ascensor fue fácil. Con ayuda de la terminal portátil
obtenida, Dita fue capaz de engañar a las cámaras de seguridad repitiendo una
toma fija del compartimiento.
Nadie dijo nada conforme descendían, mas cuando el ascensor se detuvo
y las puertas apenas comenzaron a abrirse, entró una inesperada lluvia de
proyectiles.
Tres guardias vestidos con casco, chaleco y protectores azul marino descargaron
la mayor parte de la munición. Se les dio la orden de disparar contra
cualquiera que saliera de ese ascensor, por lo que sólo les bastó ver que allí
se detenía para comenzar el tiroteo sin ninguna contemplación. A quemarropa el
estruendo resultó atroz, el humo y los chispazos dificultó toda visión.
Pausaron al creer que cumplieron el cometido, pero quedaron pasmados
al ver que las balas se encontraban regadas por el suelo. Sólo había daños en
las paredes de metal, pero los intrusos estaban intactos.
Inconscientemente Kagome se había cubierto la cara en cuanto escuchó
la primera ráfaga. Sin importar la manera en la que Fuuma o Kakashi hubieran
reaccionado, era evidente que no habrían salido ilesos, para su suerte Lucy les
evitó la agonía de cualquier impacto.
Lucy salió del elevador primero que nadie, caminando hacia los
guardias quienes retrocedieron, confundidos.
Volvieron a disparar, siendo testigos de cómo los proyectiles rebotaban
antes de tocar a la mujer de melena magenta.
La diclonius aguardó hasta que utilizaran la última bala para actuar.
Le complació acercase lo más que pudo a ellos hasta que uno se animó a intentar
golpearla con la culata.
— ¡Lucy! —le gritó Fuuma, quien se quedó al lado de los demás.
Los guardias fueron alzados por el cuello. Frenéticamente intentaban
apartar lo que sea que los estaba estrangulando, pero por más que manotearan no
serían capaces de nada.
Lucy los golpeó repetidas veces contra las paredes hasta noquearlos.
Los lanzó a los pies de Fuuma, quien al
ver movimientos de vida en ellos alzó el rostro, sorprendido.
Permaneciendo de espaldas, la diclonius dijo —No lo hice para
complacerte—advirtió de mala gana—, simplemente no quiero escuchar otro de tus
discursos tontos, no estoy de humor.
— Nos estaban esperando —anunció el ninja tras darle un vistazo a los
tres hombres inconscientes—, debemos actuar sin perder el tiempo. Dita, andado
—le pidió a la PERSOCOM, quien dirigió al grupo.
Como era de esperarse, por los pasillos se toparon con otros agentes,
mas las kunais de Kakashi se incrustaban en las armas impidiéndoles su uso, después
sólo bastaba un golpe para dejarlos fuera de combate.
La sala de control estaba sellada, Dita se conectó rápidamente a la
terminal de la puerta, logrando abrirla. De nuevo una lluvia de balas les dio
la bienvenida, Kakashi apartó a Dita de la puerta a tiempo. Lucy volvió a
emplear sus vectores para entrar sin problemas, incapacitando a los hombres
armados para después aventarlos fuera del lugar.
El equipo entró a toda prisa, sacando a los tres hombres de batas
blancas que monitoreaban el sistema principal.
Monitores, computadoras y paneles de control se montaban en las
paredes de tal manera en la que se sentían estar dentro de una esfera repleta
de aparatos y utensilios de última tecnología.
La PERSOCOM se abalanzó sobre lo que, supuso, era el puerto maestro, conectándose
a toda prisa.
— ¿Crees que podrás hacerlo? —preguntó el ninja, alistándose para continuar.
— En doscientos cincuenta y seis segundos lo sabremos—respondió la
PERSOCOM.
El ninja asintió— Conocen el plan, sólo apéguense a él y salgan de
aquí en cuanto recuperen al Banco Nacional de Datos, es una orden.
— ¿Y ustedes? —Higurashi preguntó, preocupada.
— Nuestra prioridad será encontrar a Ichiro Mihara, en cuanto lo
hagamos los alcanzaremos —el ninja salió, seguido por Fuuma quien les dedicó
una mirada a las chicas que dejaban atrás.
— Estaremos bien —les aseguró al ver el gesto de Kagome—. Lucy, cuídalas
por favor, y procura mantenerte a salvo.
— Fuuma, a prisa —le indicó el
ninja quien alistaba sus kunais—. Sellen el lugar, ya.
//----//
Minoru sólo consiguió ver algunas de las tomas de seguridad antes de
que el sistema marcara una emergencia, indicándoles a todos los usuarios que se
dirigieran a las salidas más próximas.
Ese cabello gris lo reconocería donde fuera. ¿Cómo podía ser posible
que los hubiera hallado? ¿Acaso todo esto es por Mihara? Se preguntaba mientras
la sangre le hervía por la rabia.
Intentó utilizar algunas claves personales, luchar contra la
intrusión, pero sólo pudo mantener ciertos sistemas activos a su disposición,
entre ellos la comunicación con sus cuatro deus
estrella.
Les explicó la invasión que se estaba suscitando por el cuartel, así
mismo les ordenó luchar con los mejorados Ángeles
Káiser.
Tecleó algo sobre su escritorio para que una puerta oculta se mostrara
en la pared de al lado. En cuanto ingresó, las luces se encendieron en esa
estrecha habitación, iluminando a diez PERSOCOMS durmientes en compartimientos
verticales.
Colocó su mano sobre un panel que leyó cada una de las huellas
dactilares, permitiendo la activación del sistema auxiliar.
Las PERSOCOMS abrieron los ojos al mismo tiempo, iniciando el protocolo
indicado. Diez potentes procesadores comenzaron a trabajar para recuperar el
control total de la base.
//---//
Dita alcanzó a restringir los accesos a los trabajadores, dejando únicamente
los caminos de evacuación para que los siguieran sin problemas. Accionó la
alarma contra incendios, esperando que la falta de comunicación en los niveles
los obligara a salir sin averiguar demasiado.
Kagome y Lucy miraban las pantallas que mostraban el camino recorrido
por Kakashi y Fuuma, todo parecía estar saliendo tal cual lo planeado, pero un
apagón de tres segundos las tomó por sorpresa.
Kagome Higurashi resintió un escalofrío en el cuerpo. Sacudió la
cabeza al ser invadida por un leve mareo que la hizo retroceder un poco. Sus
sentidos estaban percibiendo algo extraño. Nunca había sentido una fuerza
espiritual como la que acababa de despertar en algún lugar del complejo... ¡y
no era sólo una!
Al volverse hacia la PERSOCOM encontró a Dita temblando. Kagome se
apresuró a socorrerla, tomándola del brazo antes de que cayera de rodillas.
Dita tenía un tic en los labios que
indicaba alguna clase de sobreesfuerzo.
— ¿Qué está pasando, Dita? —Higurashi le preguntó.
— Fue fácil tomar el control, pero no será sencillo mantenerlo… —dijo
cerrando los ojos con fuerza—. El sistema auxiliar quiere bloquearme, pero no
se lo permitiré —se sujetó la cabeza con determinación—… mi dominio será
inestable, pero el suficiente como para asegurar el éxito de ésta misión, vayan
ahora, vayan por Zima —pidió.
Lucy se encaminó con fastidio hacia la salida, extrañándole que Kagome
la imitara.
— ¿Qué haces? ¿Acaso tienes planeado venir conmigo?
— Sí —respondió para contrariedad de la diclonius.
— No bromees, el enmascarado no te incluyó en esto.
— No importa, iré aunque no quieras.
La joven de cabello negro sintió como algo le presionó el pecho para
evitar su avance.
— Permanece aquí y no me estorbes, seré mucho más efectiva si no me
tengo que preocupar por una niña débil y tonta como tú —exigió, malhumorada.
— Quizá tú no lo entiendas, pero hay algo extraño que está empezando a
moverse, puedo sentirlo, déjame acompañarte sólo para estar segura.
— ¿Y qué podría hacer una chiquilla como tú por mí? ¡Nada! ¡Déjate de
estupideces y apártate! —Lucy gritó, empujándola.
Kagome cayó al suelo, interponiendo los brazos para aminorar el golpe—.
¡Tú, hojalata, abre esta puerta si no es que quieres que lo haga a golpes!
—ordenó la diclonius, mirando con atención la superficie metálica.
— ¡Lucy! —le gritó Kagome.
La diclonius miró sobre su hombro, encontrando a la chica de cabello
negro apuntándole con su arco y flecha.
Lucy esbozó una maléfica sonrisa antes de reír— ¿Acaso no viste lo que
sucedió con las balas? ¡Eres más estúpida de lo que creí!
Sin decir nada, Kagome lanzó la flecha contra Lucy quien se giro para
ver desde un mejor ángulo el gesto de frustración que ella pondría al romper la
flecha, sin embargo Lucy soltó una fuerte exhalación al no poder desviarla.
La flecha pasó de largo, a través de unos cuantos cabellos de la
diclonius. Lucy mantuvo los ojos perplejos antes de que estos se alargaran y se
mostraran iracundos.
Kagome bajó el arco, manteniendo un semblante serio pese a que ella
misma se sentía impactada por lo ocurrido ¡sus flechas podían competir con la
diclonius!
//---------//
Minoru volvió a la oficina con un amplio visor que colocó sobre su
rostro. El aditamento se cerró detrás de su cabeza, iniciando la secuencia del
enlace.
Presionó un botón y su asiento se inclinó hacia atrás, modificando la
estructura elemental del mueble hasta transformarse en un simulador con paneles
a los costados.
— Increíble, se atreven a atacar tu propia base. Sí
que conseguiste rivales interesantes, Minoru —escuchó de la voz de Sai Jonouchi, transmitida por un canal privado.
—Era cuestión de tiempo que esto
sucediera, los chicos del gobierno han de estar muy nerviosos por lo que
tomaste de ellos —comentó Ichiro Mihara a través de otro.
—Lo hicieron demasiado pronto…
aquí algo me huele mal —añadió Yoshiyuki Kojima
— ¿Estás seguro de esto hermano? —cuestionó preocupada la voz de Kaede Saito.
— Que sirva de lección para aquellos que en el futuro se atrevan a
entrometerse en nuestro camino —respondió con seriedad—. Hemos sido demasiado condescendientes,
pero ya acabaron con mi paciencia, ¡elimínenlos! ¡Unidad Yuzuki, actívate!
— Unidad Shirahime, en línea.
— Unidad Mercurio, preparada.
— Unidad Kotoko, lista.
— Unidad Blanche, iniciada.
En diferentes partes del complejo, las vainas de los Ángeles Káiser se abrieron como si se
trataran de ataúdes de las que cinco siluetas emergieron.
//---------//
Las constantes idas y venidas de luz alertaron a Kakashi de las
dificultades por las que seguramente estaba pasando Dita, así que en vez de
confiar en la utilidad de un ascensor abrió el compartimiento de uno con la
intención de dejarse caer al vacío.
Fuuma lo imitó, adhiriendo los pies a las paredes con el dominio del chakra.
Según las cuentas de Kakashi, el nivel siete estaba próximo. Imaginó que el piso
ocho y nueve tendría su entrada secreta por alguna otra sección, apostando que
allí se encontraba el origen de todo este conflicto.
Le dio una señal a Fuuma para que actuara, el chico empleó sus poderes
para destrozar la compuerta que terminó aplastada como si fuera una hoja de
papel.
No hubo ninguna clase de bienvenida, avanzaron por el largo pasillo
que los condujo a un amplio cuarto de almacén donde había numerosas tarimas
empaquetadas para emprender un largo viaje por barco. Se desplazaron con
cautela, temiendo alguna clase de emboscada.
Quizá esa haya sido la intención del enemigo, pues atacó en cuanto los
dos llegaron al centro del lugar.
Kakashi y Fuuma se sorprendieron al percibir un chakra muy peculiar instantes antes del primer contacto, por lo que
reaccionaron apartándose con grandes saltos.
El estruendo del impacto fallido sacudió las paredes del almacén, las lámparas
que colgaban del techo se mecieron un poco, pero ambos pudieron distinguir la
silueta de uno de esos robots que les han causado tantos problemas.
La bella unidad Shirahime
los miró fijamente. El Ángel Káiser
notó que la unidad Mercurio se había
colocado sobre una pila de grandes cajas; por sus brazos cruzados era evidente
que Mihara le permitiría luchar por su cuenta, justo como deseaba.
Kakashi contempló a Mercurio quien parecía estar ignorándolo.
— Vaya, vaya, creo que tendremos
una fiesta de despedida después de todo —habló la deus
a través de Shirahime quien movía los labios con mucha naturalidad.
— Sensei… ¿puede sentirlo? —Fuuma susurró, consternado.
Kakashi asintió— Están emanando un tipo de chakra. Pero no te
confundas —advirtió al descubrir su inseguridad—, no significa que sean seres
vivos, no dudes en atacarlos.
Con toda su experiencia, Kakashi se sentía muy intrigado por lo que
sus sentidos detectaban, era una presencia muy débil, casi indetectable, pero
por alguna razón lo mantenía nervioso.
— Cierto es que no sé nada sobre
ustedes, pero no me interesa— Shirahime parecía estar lista para combatir—.
Para mí no son más que otra prueba en el
simulador. ¿Quién será el primero? Aunque si gustan pueden ser ambos al mismo
tiempo, no importa.
— Es graciosa tal valentía proviniendo de alguien que se esconde
detrás de un muñeco de metal— el ninja dijo, negándose a ser partícipe de
cualquier juego.
— Te mostraré lo que alguien con
un muñeco de metal puede hacer.
— No lo creo —el ninja entornó la mirada sin ninguna clase de interés
en combatir— Él se encargará —señalando a Fuuma, quien se tensó ante la inesperada
indicación.
— Sí así lo prefieres, con gusto
seré su oponente.
— No pierdas tu tiempo con ella, termínala rápido —Kakashi ordenó.
Shirahime concedió el primer movimiento. Fuuma tardó en reaccionar al
perderse en el rígido rostro del Ángel
Kaiser, pero al final extendió la mano hacia ella.
El cuerpo de Shirahime fue golpeado por la energía de Kamui. Para maestro y alumno fue toda
una sorpresa que el robot no se desbaratara con la primera embestida de poder,
como usualmente ocurría.
Aparecieron daños en la estructura metálica de Shirahime, dejando a la
vista circuitos y cables, su atuendo se desgarró y parte de su piel se quemó.
Sai Jonouchi se contrarió al perder visibilidad en su monitor
momentáneamente. La estática se prolongó por segundos, poniéndola nerviosa, por
lo que actuando a ciegas es que logró que el Ángel Káiser se salvara. ¡No fue capaz de ver nada, pero el sistema
alcanzó a alertarle de una onda extraña que emanó de su contrincante!
— ¡Esto no puede ser! —exclamó desesperada.
Ante su pronta destrucción, Shirahime sopló una gélida ventisca que
formó un grueso muro de hielo para protegerse. La resistencia duró pocos
segundos ya que el hielo estalló en cientos de fragmentos.
Pese a la distracción de los cristales, Monou alcanzó a distinguir a
Shirahime cuando lo atacó por el flanco derecho.
Kamui eludió
los veloces golpes del Ángel Káiser,
sabiendo lo doloroso que sería recibir uno sólo de éstos.
Fuuma lanzó un golpe vertical que Shirahime contuvo con el antebrazo;
aunque resistió, se averió la unión de la extremidad en un 60%.
— ¡Esto no puede ser! ¡¿Minoru, contra qué clase de seres has decidido
involucrarte?!— Sai espetó incrédula. Como Deus
había ganado mucha experiencia contra oponentes poderosos, pero nada como lo de
ahora.
Sai comenzaba a darse cuenta de que todo estaba fuera de su liga, no,
la verdad es que lo supo desde el momento en que Kaede Saito regresó a la vida,
pero se dejó embriagar por la promesa de Minoru quien le juró que le diría el
secreto para traer de regreso a su pequeña hermana, Rin.
Fuuma logró cortar las piernas del Angel
Kaiser con su afilado brazo. El robot cayó al suelo ante la mirada de Kamui.
— ¡No, no, no puede ser! —Sai gritó enfurecida, buscando algo en los
monitores que le permitiera creer que aún podía ganar, pero lo único que
resaltó a su vista fue un botón tras una pequeña cúpula de cristal que no dudó
en oprimir tras romper el vidrio— ¡Veamos si eres resistente al fuego!
Fuuma escuchó un extraño sonido provenir del Ángel Kaiser, el cual terminó desapareciendo tras una atronadora
explosión que cegó a los presentes.
El sistema de autodestrucción de la unidad expulsó fuego por toda la
habitación.
Las cajas ardían y el humo se concentraba en lo alto de la bodega.
Kakashi apartó algunas láminas que le cayeron encima. Estaba un poco aturdido,
la explosión lo había tomado por sorpresa pero alcanzó a protegerse, evitando
cualquier herida.
Avanzó presuroso hacia donde percibía el chakra de Fuuma Monou. Lo
encontró, tumbado en el piso con quemaduras en los brazos, la ropa humeante y
maltratada. La manera en la que sus facciones se contorsionaban de dolor era
suficiente para saberlo con vida.
El ninja se resistió a brindarle atención cuando una sombra
pronunciada recayó sobre él. Al girar se topó con el Ángel Káiser Mercurio, que lucía ileso.
Kakashi actuó con precaución, pero quizá había llegado el tiempo de
comprobar de una vez por todas sus teorías. Él no tuvo que decir nada, el robot
frente a él lo hizo todo.
— Hola Kakashi, cuánto tiempo
—escuchó, cuando el Ángel Káiser
levantó la mano en un animado saludo.
El peliblanco reconoció la voz de Mihara al instante, su máscara
escondió la sonrisa que esto le causó.
— Mihara —Kakashi sintió que se le paralizaba la lengua, había tanto
que deseaba decir, mucho de qué disculparse, pero con pesar sabía que tenía
otras prioridades—… tienes mucho que explicarme.
— ¿Eso es lo mejor que puedes
decirle a un viejo amigo? —preguntó, desolado—. Vaya, se ve que no has cambiado nada —el robot de combate movía los
brazos de manera muy expresiva y caricaturesca, rompiendo toda intimidación que
el ágil Ángel Kaiser lograba con su
apariencia, sin duda Ichiro Mihara era el Deus
de Mercurio.
— Te creí muerto —espetó—, ¿cómo es que terminaste envuelto en todo
este lío?
— Es el mismo lío de hace un
año, Kakashi —respondió—, algo que ha
quedado inconcluso, pero hoy tú y los que vienen contigo me darán la
oportunidad para darle un final.
— ¿A qué te refieres? ¿Qué pasó con Chitose? —el ninja deseó saber,
sin temer que el fuego de alrededor pudiera alcanzarlos pronto.
Recordar a su esposa sumió al Ángel
Kaiser en un prolongado silencio, perdiendo ese rasgo de humanidad que
Ichiro le transmitía desde la distancia.
— Ella murió —respondió
lacónicamente—, no sé cómo, no sé cuando…
— Mihara…
— Es extraño que desees saber
detalles que ahora son insignificantes, pero si necesitas conocer lo que
ocurrió aquel día para continuar con tu misión, está bien, te ayudaré, pero
deberé ser breve ya que no tenemos mucho tiempo —el científico accedió,
justo en el momento en que el sistema contra incendios comenzó a actuar.
Mientras el agua caía sobre ellos, Mihara inició su relato.
— No es un secreto Kakashi,
aquel día en esa casa estaba decidido a terminar con mi vida. Desde un principio
supe que nuestro escondite era algo temporal, por ello, sin que te dieras
cuenta coloqué cierta cantidad de explosivos que me asegurarían una muerte
rápida y llevarme al mismo Minoru conmigo si la suerte me sonreía. Tú lo sabes,
la situación se dio tal cual predije, sin embargo hubo algo que no pude
controlar y esa fue la decisión de Chitose de no huir contigo en el tranvía.
El ninja recordaba perfectamente la frustración que vivió en ese
instante.
— Confronté a Minoru y a todos
los hombres que había llevado con él, llevé a cabo el mejor de mis monólogos
jamás dichos, ¡ojalá hubieras podido escucharlo! —rió con ironía— pero cuando me dispuse a terminar todo con
un estruendoso clímax, Chitose apareció y fui incapaz de hacerlo… No tuve más
remedio que rendirme, olvidarme de mi plan —Mihara se anticipó a la
siguiente pregunta de Hatake Kakashi—. Quizá
viste la explosión, pero no fue otro más que Minoru quien decidió borrar toda
huella de nosotros para que ante los ojos del mundo entero yo y mi esposa fuéramos
víctimas de un experimento fallido. Debo decir que funcionó… incluso tú creíste
que habíamos perecido.
— Debiste confiar en mí —le recordó con pena.
— Y confié en ti, te entregué
mis más grandes tesoros ese día… Lamento que no haya ocurrido como planeé. En
vez de eso, terminamos como prisioneros de Minoru, él me aseguró mantener a mi
esposa viva y a salvo mientras yo cooperara con él, no tuve más remedio que
hacerlo —la frustración quebró su voz—…
Me permitían verla un par de horas a la semana, debo decir que fue doloroso
vernos en esa situación, pero un día… al entrar a la habitación donde había
sido confinada… me recibió algo que hablaba como ella, que sonreía como ella…
era idéntica a Chitose pero… sólo me bastó un abrazo para darme cuenta que ella
ya no estaba en este mundo…
— ¿Una impostora? —Kakashi inquirió, extrañado.
El Ángel Káiser asintió— Tuve que fingir que aceptaba a esa cosa como
mi esposa, mi actitud hacia ella no cambió en lo absoluto sólo para no levantar
sospechas, quería que Minoru siguiera creyendo en mi sumisión… por supuesto que
la muerte de Chitose terminó por convencerme de lo que debía hacer. Si antes
dudé, eso fue lo que me impulsó a hacer todo lo posible para detenerlo. Creí
que en mis condiciones me tomaría años lograr mi cometido, actuar como un
asistente devoto y leal hasta que mi “amo” creyera mi mentira… pero entonces el
destino conspiró para de nuevo verte allí Kakashi, otra vez en el medio de
Minoru y sus metas. No sé si fue por obra divina o una simple coincidencia,
pero me ayudó a poder acelerar mi rebelión.
El ninja no se permitió decaer por la noticia, Chitose había sido una
buena amiga, por lo que sintió una pesadumbre en el pecho— Es claro que
quisiste que llegara hasta aquí —de entre sus ropas sacó la bufanda que le sirvió
para rastrearlo.
— Entenderás que tuve que
valerme de discretas pistas para atraerte hasta este lugar, no quería que
decidieran cortarme el cuello antes de tiempo.
— Mihara, no sé qué estés planeando pero esto se acaba ahora. Mi
misión es recuperar el Banco Nacional de Datos y regresarte sano y salvo a la
superficie —aclaró con urgencia—. Dime en dónde estás, iré a tu encuentro.
— ¿Y acaso piensas olvidar a
Elda? —preguntó.
— ¿Elda? —repitió, confundido.
— La PERSOCOM que te entregué…
¿acaso no significa nada para ti? —cuestionó con un tono melancólico.
Kakashi vaciló en responder, pero al final dijo —Hay otras
prioridades.
— Qué lástima —susurró—… Pero así como tienes
tus prioridades, yo tengo las mías, y no pienso olvidarme de ellas.
— Mihara, no es el mejor momento para ponerte necio.
— No es necedad, es mi deber y
quizá mi destino. Eres libre de ayudarme si gustas, de lo contrario olvídate de
que vaya a desistir. En estos momentos Minoru ya debe estar al tanto de mi
traición, por lo que tengo pocos minutos para actuar. Tú decides Kakashi,
aunque esté agradecido contigo por todo lo que has hecho no puedo detenerme… Has
sido una pieza clave en mis planes, te suplico que vengas conmigo y seas
testigo del final de mi legado.
-//////////////-
Lucy y Kagome utilizaron las escaleras de emergencia para descender
hacia el nivel donde encontrarían al Banco Nacional de Datos.
La diclonius aún sentía recelo por lo ocurrido con Higurashi, trataba
de entender cómo era posible que sus habilidades fallaran contra insulsas
flechas de madera. Desde que la conoció no ha sentido más que desprecio por
ella, su debilidad e incluso su sonrisa le molestaban, pero sólo hasta ahora se
detiene a pensar que no debía subestimarla, por algo Kamui la mantiene a su lado.
Debido a las circunstancias por las que pasaban, Lucy no se atrevía a
hacerle ninguna pregunta al respecto, todas esas dudas debería guardarlas para
después.
Al llegar a un acceso sellado, Kagome dijo— Detrás de esta puerta…
siento una inquietante presencia, debemos tener cuidado.
Lucy confió de mala gana en la advertencia, adelantándose hacia la
puerta metálica la cual abrió por la mitad, doblando las placas de acero sin
ninguna clase de esfuerzo. En cuanto pasaron por el agujero, las dos miraron
con horror cómo dos granadas cayeron cerca de sus pies, detonando con fuerza.
El largo y ancho pasillo se llenó de humo, el estruendo sacudió un
poco las paredes, pero el Àngel Kaiser
Kotoko se mantenía de pie
— Creo que eso es suficiente —sonrió Kojima desde su cabina, pero tal
gesto se desvaneció cuando un pitido de alerta le advirtió que algo se movía.
De entre la humareda saltó una mujer de llamativo cabello magenta y
expresión malévola. En respuesta, la unidad Kotoko lanzó un par de kodachis
contra ella, mas las espadas revotaron por una fuerza invisible que las clavó
en las paredes de metal.
Contrariado pero prudente, Kojima alejó a su unidad de la extraña
mujer. De entre las largas mangas de Kotoko se visualizó la cabeza de un arma,
la cual disparó repetidas veces contra Lucy.
La diclonius caminó con tranquilidad por el pasillo sin que las balas
la tocaran— Los humanos y sus armas —se mofó ante el intento de la mujer frente a ella.
Lucy atrapó cuatro balas con sus vectores, regresándolas con la misma
fuerza y mortalidad que lo haría un arma automática.
El Ángel Kaiser Kotoko recibió tres impactos en
el tórax y uno en la frente. Las constantes chispas le sacaron una sonrisa
torcida a la diclonius quien creyó haber encontrado un juguete bastante
conveniente. Una máquina con apariencia humana a la que podía destruir sin
contemplaciones, claro que nada reemplazaría la sangre y las vísceras que
sueltan los humanos al cortarlos en pedazos. Lo único malo que encontraba es
que una máquina no gritaría de dolor, ni pondría cara de horror ante el
inminente fin.
Kotoko aún estaba en condiciones de luchar pese a las perforaciones—
¡Maldita! ¡¿Qué eres tú?! —Kojima cuestionó, indignado— ¡¿Algún PERSOCOM de
batalla?! —era su teoría por las protuberancias en su cabeza y el constante
escudo de fuerza que la protegía.
Lucy se detuvo para reír— ¿Un PERSOCOM? ¿Yo? Estoy más allá de los
humanos y sus juguetes, que no se te olvide, escoria.
La unidad volvió a apuntarle a quemarropa, mas esta vez el brazo de la
PERSOCOM fue rebanado por una cuchilla
invisible.
Lucy inmovilizó al robot quien forcejeó por liberarse. Con sus
vectores Lucy le abrió el pecho, dejando expuestos todos los sofisticados
circuitos.
— No sé mucho de estas cosas, pero si eres tal cual un humano sólo
bastaría con destruir tu interior para que dejes de moverte —se acercó para
contemplarlo mejor— Veamos cuantas partes necesito destrozar para que vuelvas a
ser una inútil muñeca de metal.
Kagome se escondió detrás de una gruesa tubería para protegerse de las
balas perdidas. Estaba asombrada por los poderes de Lucy, no era capaz de ver
los vectores de los que tanto habló Fuuma pero percibía una extraña fluctuación
de energía alrededor de ella cuando entraba en acción. Estaba segura que con
una aliada como Lucy, Fuuma no volverá a enfrentar situaciones adversas él
solo… pero a la vez una clase de envidia comenzó a crecer en su interior, Lucy
sí podría permanecer al lado de Monou sin importar las circunstancias, en
cambio ella siempre tendrá que refugiarse detrás de algo para evitar que la
maten.
Higurashi pensaba en ello, llena de frustración, cuando se percató de que
otra de las extrañas presencias se acercaba a gran velocidad.
La unidad Kotoko abrió la boca. Lucy permaneció a la expectativa
¿acaso escucharía un alarido?
Cuál fue su sobresalto cuando oyó un sutil gatillo que intentó pasar
inadvertido. La diclonius se fue hacia atrás, jalando un hilo de sangre que
brotó de su frente. El visor en su rostro se desbarató por la potencia del
impacto. Lucy retrocedió cuando Kotoko comenzó a disparar unos gruesos proyectiles
por la boca.
Aunque empleó sus vectores, éstos la empujaban hacia atrás ante cada
sonoro impacto. Kojima rápidamente se dio cuenta de que el calibre que estaba
utilizando parecía tener mucho más efecto en su enemiga, eso lo motivó a
continuar disparando sin piedad.
— ¡Lucy, otro más se aproxima! —le gritó Kagome.
— ¡¿Qué?! —Lucy exclamó asustada, más al ver a su costado a una
hermosa PERSOCOM de atuendo blanco que como fantasma apareció sólo para
confrontarla.
Blanche le dio una fuerte patada que se le encajó en el estómago. La
diclonius rodó en el suelo, mas frenó con la ayuda de sus vectores. Pudo
haberse impulsado contra la PERSOCOM rubia para destrozarla, pero los disparos
de Kotoko se lo impedían.
— ¡Lucy! —Kagome la sabía en aprietos, tenía que pensar en algo
rápido. Entendía que sus flechas eran inútiles contra seres de metal, por lo
que debía valerse de algo más— ¡Dita! ¡¿Dita me escuchas?!— buscó comunicarse
con la PERSOCOM quien de mala gana accedió a responder.
— ¿Qué pasa?... ¿Acaso olvidaste
que estoy un poco ocupada?
—escuchó por su comunicador.
— Requerimos de tu ayuda, Lucy está en aprietos. Necesito que me
muestres los planos de la instalación eléctrica de la sección en la que estamos
—Kagome pidió con prisa.
— ¡Blanche, estrategia “Destello”! —gritó Kotoko a su
compañera quien asintió.
La diclonius creyó que la PERSOCOM Blanche explotaría al momento en
que adquirió un inusual resplandor blanco, pero la tomó desprevenida el potente
fulgor que inundó la habitación.
Lucy gritó adolorida por sus ojos, los sentía arder si los mantenía
cerrados, pero le hervían cuando intentaba abrirlos. Únicamente los sonidos y
estruendos la alertaban de las cosas. Los disparos continuaron, pero a ciegas
lo único que podía hacer era intentar protegerse con los vectores, y apenas
podía frenar las balas. Comenzó a recibir heridas: rozones severos en el brazo
y pierna izquierda.
Blanche permaneció inmóvil mientras Kotoko atacaba a diestra y
siniestra. Se había percatado de la otra chica que se resguardaba detrás de las
tuberías, pero al verla tan indefensa decidió no prestarle atención.
La PERSOCOM se puso en alerta cuando escuchó cómo los accesos del
pasillo se cerraron de golpe, las luces blancas se tornaron rojas al instante
en que los espesores de incendios se abrieron, comenzando a inundar la zona.
— ¿Pero qué pasa?— preguntó Kaede Saito desde su cabina.
— ¡Alguna avería insignificante, no te preocupes! —le respondió Kojima,
con quien compartía la habitación donde estaban situadas las vainas—. Esto es
asombroso, los daños en Kotoko no afectan para nada al sistema principal… y
todo por ese nuevo dispositivo que nos brindó Minoru. ¡No sé qué es lo que sea,
pero la energía de la que provee a los Ángeles
Kaiser parece inagotable! —dijo bastante emocionado con la estabilidad en
los monitores pese al estado real de la unidad.
Con las gruesas gotas cayendo, Kaede y Kojima pudieron ver cómo el
agua alrededor de la mujer con cuernos se remolineaba de manera frenética, como
si un desesperado pulpo ciego moviera todos los tentáculos para golpear la
superficie líquida buscando protegerse de los depredadores que lo acechaban.
La herida en su brazo casi la hizo perder concentración, pero su
voluntad logró mantener sus vectores activos. No entendía lo que estaba
pasando, lo único que era claro es que debía sobrevivir. Sus vectores
comenzaron a tomar pequeños escombros de metal y las mismas balas que logró rebotar
para lanzarlas en dirección contraria. Quizá no podía ver pero sí tenía suerte
podría acertar en alguno de los blancos.
Kotoko y Blanche eludieron los proyectiles con dificultad. El agua
alentaba y entorpecía sus desplazamientos, pero no era suficiente para
vencerles.
El nivel del agua casi le llegaba a la cintura, por lo que Kagome
decidió actuar. Abandonó su escondite para apuntar una flecha hacia Kotoko.
Para la joven sacerdotisa, todo este tiempo habían sido claras las
enigmáticas energías que nacían de los robots. La unidad Kotoko despedía un
resplandor negro del pecho, mientras que de la unidad Blanche emergía una luz
pura. Cuando Lucy abrió el peto de Kotoko distinguió el punto exacto del que
emanaba toda esa oscuridad. De alguna manera intuyó que algo podía hacer al
respecto.
Se dejó poseer por el instinto de su alma para lanzar una flecha con
la que podría sellar ese mal.
— ¡¡Lucy, agáchate!!— exclamó Kagome instantes antes de soltar la
flecha.
La diclonius vaciló, pero al final se sumergió en el agua. Los deus de Kotoko y Blanche se
sorprendieron ante la destellante ráfaga que lanzó la mujer.
Kotoko recibió el impacto de lleno. Kojima miró furioso los monitores
que pitaban los numerosos errores en el sistema.
El Ángel Kaiser quedó inmóvil
ante la vista perpleja de la diclonius quien miró la flecha clavada en el
centro del pecho del robot.
Kagome volvió a sorprenderse de sí misma. El resplandor maligno fue
reemplazado por una luz llena de pureza, sin embargo la flecha selló la función
que tenía sobre la maquina.
Al haber perdido la ventaja de la sorpresa, Higurashi sabía que no
podría hacer lo mismo contra el Ángel
Kaiser restante, pero para eso ya tenía otro plan.
Cuando las válvulas de agua se cerraron, Higurashi avanzó lo más
rápido que pudo hacia Lucy quien había recuperado algo de visibilidad.
Kagome se abrazó a ella pese a la contrariedad de la diclonius.
— ¡Sácanos del agua, sácanos ahora! —le exigió con determinación— ¡Se
que puedes! —clamó al verla titubear.
La diclonius desconocía el plan de la mujer, pero se atrevió a confiar
en sus instrucciones. De mala gana Lucy extendió sus vectores hacia las paredes, logrando la petición de la sacerdotisa quien
le señaló el techo con urgencia.
La impasible Blanche sólo observó cómo ese par de mujeres flotaban en
el aire fuera del agua, regañándose una a la otra. En su cabina, Kaede se
mantuvo expectante pese a los reniegos y maldiciones de Kojima al golpear los
controles de mando de Kotoko sin lograr que reiniciara operaciones.
Kaede Saito vio cómo una fuerza invisible desbarató parte del techo,
dejando caer numerosos cables, siendo uno de ellos que llamó su atención al
despedir chispas eléctricas.
Al romper las laminas que cubrían el techo, Lucy comprendió el plan de
Higuarshi en cuanto vio el cable de alta tensión. Aunque le desagradaba la idea
de recurrir a algo como eso para ganar, no tuvo más remedio que hacerlo.
Lucy contempló las saetas eléctricas que rodearon a los robots. Vibraron
con violentos espasmos mientras sus circuitos estallaban y sus cuerpos comenzaban
a desbaratarse. La luz iba y venía en rápidas pausas hasta que todo quedó en
penumbra.
La corriente fue cortada de golpe, imposible saber si en todo el
complejo o nada más en ese nivel. Ante el silencio, el sonido de rejillas
abriéndose resaltó en los oídos de las mujeres, el agua estaba siendo evacuada.
Kagome encendió una pequeña lámpara que llevaba consigo, con la que
alumbró el pasillo.
Al descender, caminaron hacia donde yacían los despojos metálicos.
Kagome se acuclilló para sujetar la flecha que lanzó antes. Tras un tirón fue
capaz de recuperarla, viendo algo incrustado en ella.
— ¿Qué haces? —Lucy preguntó de manera osca.
— Esto es extraño… ¿Qué hace una esfera como ésta dentro de los robots?
—preguntó al mostrarle su hallazgo.
La diclonius contempló con indiferencia la perla rosada que tenía el
tamaño de una pequeña pelota —¿Qué voy a saber
yo?
— La primera vez que vi a estas unidades, no pude percibir ninguna
clase de energía pues no son seres vivos. Pero hoy fue diferente, y fue por
esto, esta perla…— Kagome apenas la tocó con el dedo y la perla cristalina se
redujo a polvo.
Higurashi se contrarió, por lo que buscó entre los restos de la unidad
Blanche el origen de su resplandor, encontrando otra perla idéntica a la
anterior.
— Bien chica lista, tu plan nos dejó varadas en este lugar —Lucy recalcó
con fastidio—. ¿Qué se supone haremos ahora?
Kagome mantuvo la esfera en su mano, permitiéndole sentir un vínculo
por el que visualizó a alguien no muy lejos de allí.
— No estamos incomunicadas. Nuestra misión sigue siendo la misma pero…
debemos ir a otro lugar primero, ven, sígueme —Kagome corrió de manera
impetuosa hacia el final del pasillo.
— ¿Acaso crees que puedes darme órdenes? —Lucy cuestionó, ofendida.
— ¡Quédate en la oscuridad si así lo quieres! —respondió en la
distancia, sin detenerse.
La diclonius chasqueó los dientes con furia. Esa mujer le había
desagradado desde el principio, pero ahora comenzaba a detestarla.
/---------/
La luz auxiliar mantenía todo con una iluminación rojiza.
Kaede Saito abandonó la cabina de control al haber perdido toda
conexión con la unidad Blanche. A diferencia de Kojima que estaba golpeando como
energúmeno los paneles y buscando en el interior de varias gavetas, la chica
cerró los ojos con tranquilidad, pensando en lo que pasaría ahora.
Escuchó unos fuertes golpeteos en la puerta que llevaron a Kojima a
apuntar con la pistola que finalmente encontró.
La puerta de metal cayó sonoramente hacia adelante, siendo una mujer
de cabello largo quien entrara a la habitación. Ella los miró con frialdad,
sentenciándolos a morir si se le apetecía.
Los deus la reconocieron al
instante, pero aún así el hombre desperdició munición contra ella.
Kaede miró asustada cómo Kojima fue alzado en el aire, con el cuello
rígido e imposibilitado para respirar.
— ¡Por favor no! ¡Suéltalo! —Kaede suplicó.
— Lucy, por favor, eso no es necesario —pidió Kagome, entrando al
lugar segundos después— ¡Recuérdalo!
La diclonius mantuvo silencio. Estaba hartándose de la mujer y sus
constantes órdenes ¿Quién se creía que era? Sentía cómo la frustración le
oprimía el pecho, desearía ser libre para aplastarle la mandíbula y que no
volviera a dirigirle la palabra nunca más.
Kojima pataleó desesperado cuando unos trozos de metal lo rodearon,
cerrándose sobre él para atarlo con brusquedad. Lo dejaron en el suelo, el peso
de las ataduras le impedía el moverse y levantarse.
— ¡¿Pero quiénes son ustedes?! ¡¿Qué demonios eres tú?! —el hombre replicó,
mirando fijamente a la diclonius cuyo rostro sombrío lo hizo tragar saliva.
— Así que ustedes son los que manejaban esas máquinas… Ya entiendo por
qué, no son nada extraordinarios sin esas hojalatas. Sería relativamente fácil
arrancarles la piel de un simple tirón…
— Lucy, no lo hagas. Estoy segura que… son mas útiles con vida, alguna
información importante se podrá obtener de ellos.
— ¡La pagarán, la pagarán muy caro! —Kojima clamó, iracundo.
— Tú fuiste la que deseó venir hasta aquí. ¿Acaso vas a decirme que no
era para eso? Eliminar a estas escorias es lo que mejor que podemos hacer
—aclaró la diclonius.
— Yo no vine por eso, vine por ella —Kagome se giró hacia Kaede quien
retrocedió por mero reflejo.
Kojima se revolvía con desesperación— ¡No la toquen malditas, o juro
que…! —callando cuando una placa de metal se le pegara a la parte inferior del
rostro.
— Cierra la boca de una maldita vez —vociferó Lucy al ya haberse
hartado de sus lloriqueos.
Kagome sintió el miedo de la chica, pero su intención no era
lastimarla ni dejar que Lucy lo hiciera. Se apartó el visor de la cara en un
intento por ganarse un poco de su confianza.
— Descuida, ya no hay razón por la cual tengamos que pelear. Los
vencimos justamente.
— U-ustedes… ¿han venido aquí a detener a Minoru? —Kaede cuestionó,
más accesible al tratar con una chica con un semblante amable como el de
Higurashi.
Kagome asintió, provocando una reacción inesperada en Kaede Saito
quien comenzó a soltar algunas lágrimas para decir sonriente —Gracias al cielo.
— ¿Acaso no estás de su lado? ¿Eres un rehén? —Higurashi preguntó al
ser la única explicación que encontró.
Kaede negó con la cabeza— Por favor, no lastimen a mi hermano. Sé que
Minoru ha actuado mal y hecho cosas terribles pero… no es su culpa, toda
responsabilidad es mía —dijo, acongojada.
Lucy escuchaba atenta, permaneciendo rezagada junto a un frenético y
enmudecido Kojima.
— Explícate, por favor —Kagome le pidió, confundida al ver un fuerte
destello en el cuello de la chica.
— Minoru… ha llegado tan lejos por esto —palpándose justamente donde
la sacerdotisa ve nacer el resplandor—, por mí…
— ¿Qué es lo que tienes en el cuello? —Kagome preguntó, sorprendiendo
a Kaede Saito.
— ¿Puedes verla?
Higurashi asintió— No estoy segura de lo que es pero… debe ser algo
como esto —mostrándole la pequeña perla que llevaba en la mano—, estaba en uno
de esos robots, pero tú… eres humana pero… no percibo tu energía vital, sólo la
que desprende esa joya.
— Es increíble, tú… tú puedes ver la verdad que hay en mí —Kaede
avanzó esperanzada hacia Kagome—. Nunca imaginé que pudiera encontrar a otra
persona que se diera cuenta de lo que realmente soy…
— ¿De qué demonios están hablando ustedes dos? —comentó Lucy, atenta a
cualquier inesperado movimiento de la mujer con anteojos.
— Yo soy una aberración de la naturaleza, no debo estar aquí… Morí
hace ya un par de años —Kaede explicó con tristeza.
— ¿Falleciste?— Higurashi repitió asombrada.
— Pero no soy ninguna clase de fantasma o espectro— se apresuró a
decir, palpándose el cuello—. Esto es lo que me mantiene de pie y en
movimiento, es lo que me sacó del descanso eterno, se afianzó a mis huesos,
reconstruyó mi ser, pero no es más que una ilusión pues no estoy del todo viva,
es sólo un cascarón dentro del cual mi alma se encuentra atrapada.
— Pero… no entiendo, ¿cómo esto puede..? ¡Ah! —Kagome se espantó al
ver cómo la perla en su mano se convertía poco a poco en polvo.
— Yo tampoco lo sé… pero sea lo que sea tienen un tiempo límite.
— ¿Ustedes crearon estas esferas? —Kagome quiso saber, limpiándose las
manos.
— No. Sé que mi hermano paga un alto precio para conseguir estas
perlas para mí…
— Esto es increíble… —Kagome musitó perpleja.
Hasta el mismo Kojima se encontraba escuchando con atención. No estaba
al tanto de lo que Kaede le confesaba a los enemigos. Al ser un técnico y
científico, le costaba trabajo creer que exista la forma de regresar muertos a
la vida con una insignificante joya.
— Al principio, fue muy confuso despertar después de que mis ojos se
cerraron al dar mi último respiro. Admito que fue hermoso volver a ver a mi
hermano pero, pese que al inicio parecía que era una segunda oportunidad para
vivir como una familia, Minoru poco a poco comenzó a adquirir extrañas ideas y
ambiciones… Muchas veces lo vi desesperado, intentando encontrar los fondos y
la manera de conseguir una de estas perlas… hasta que terminó por llegar a
ciertos acuerdos que permitieran un subsidio, llevándonos a todos a esta
situación… ¡Yo fui lo que ocasionó todo, por favor, no lastimen a mi hermano!
— ¿Pero cómo… de quién provienen esas cosas? —Kagome cuestionó,
aceptando las manos de Kaede entre las suyas.
Kaede negó con la cabeza— Lo siento… pese a todo Minoru me escondió
muchas verdades… no lo sé… sólo tengo el vago recuerdo de una persona yendo y
viniendo entre las sombras… y la voz de una mujer al sentir que me volvía a
sumergir en el limbo de la muerte…
— Parece que esto va más allá de lo que imaginamos —Kagome pensó en
voz alta.
— En vez de estar perdiendo tiempo aquí, deberíamos continuar con la
misión. ¿Qué haremos entonces? ¿Los matamos? —Lucy sonó impaciente.
— ¡No! ¡Y ahora menos que nunca! Tal vez no lo entiendas pero esto
puede ser grave —Higurashi explicó malhumorada.
— ¿Entonces? Aún tenemos que buscar a ese armatoste por el que vinimos
aquí en primer lugar, ¿o piensas arrastrarme a otra de tus corazonadas?
Kagome recapacitó. Es cierto que había que cumplir con tal prioridad,
pero tenía una fuerte inquietud hacia lo que brillaba en el cuerpo de Kaede
Saito.
— Sé que tienen que irse, y no pienso interponerme más. Es tiempo de
que esta locura se termine pero… quisiera pedirte un favor —Kaede pidió entre
sollozos, apretando con fuerza la manos de Higurashi—. Si eres capaz de verlo
te lo suplico, remueve esta abominación que pusieron dentro de mi cuerpo… sé
que puedes.
— ¡¿Qué…?! P-pero eso significaría volver a morir…
— Ya estoy muerta, ¿acaso no lo sientes? Quiero volver a ser humana
—cerró los ojos—, no un cadáver errante dentro del que mi alma se encuentra
enjaulada… Por favor… Se lo supliqué muchas veces a Minoru, que se detuviera,
pero nunca escuchó mi voz… el deseo de mantenerme a su lado se ha vuelto una obsesión
por la que ya no lo reconozco… Él cree que me necesita pero, me ha convertido
en una excusa para respaldar el gusto que le encontró a esta clase de vida… Ya
no lo puedo soportar más… Quiero… mi libertad— Kaede se derrumbo frente a
Kagome, llorando con fuerza.
— Ya la escuchaste, quiere morir, hazlo —Lucy habló.
Kagome Higurashi permaneció en silencio, viendo a esa chica llorar
desconsolada. Pensó en muchas cosas, y se atrevió a ponerse en su lugar… ¿Qué
haría ella si fuera Sota quien hubiera tomado ese camino para revivirla?
Al final, Kagome dijo —No, no lo haré, aún no es tiempo.
Kaede levantó la vista, dolida por la rotunda respuesta.
— Tú misma dijiste que lo que te pasó lo tomaste como una segunda
oportunidad para vivir con tu familia… Dices que Minoru no te necesita pero
creo que ahí es donde te equivocas, quizá sea ahora cuando más necesita de su
hermana mayor —espetó Kagome con dureza—. Es fácil darte por vencida pero mucho
más difícil seguir hasta el final. Yo también tengo un hermano menor, y si lo
viera tomando el camino equivocado, como su hermana mayor haría hasta lo
imposible por hacerlo reaccionar y cambiar su rumbo ¡porque ese es nuestro
trabajo! ¡Vinimos al mundo primero para asegurarnos que los que vengan después
estarán bien cuidados y protegidos, eso significa ser una hermana mayor!
Kaede titubeó, no sabía que contestar.
— Suplicas por la vida de tu hermano, pero creo que eres tú la única
que en este momento puede salvarlo, nadie más. Así que ven conmigo, iremos a
verlo ahora.
La diclonius se enfureció, pero la sacerdotisa aclaró rápidamente —
Lucy, tú continúa con la misión. Aceptaré toda la responsabilidad ante Kakashi,
te lo prometo.
— Que quede asentado que tú misma te encaminas al peligro —la
diclonius aclaró, caminando hacia la salida—. No será mi culpa si mueres en un
lugar fuera de mi vista —dijo con la intención de ser escuchada por Kurama y su
gente a través del visor de la sacerdotisa.
Kaede no luchó por ponerse de pie — Pero yo…
— Estaremos bien… Yo te ayudaré, y después te juro que si continúas
sintiéndote igual cumpliré tu deseo, retiraré el resplandor que te mantiene en
el mundo de los vivos.
Kaede tardó en decidirse, para esto la diclonius ya se había marchado
dejando a Kojima atrapado en su capullo metálico.
— ¿Y si no quiere escucharme?
— Lo hará —Kagome sonrió con complicidad—… pero si no, le daremos una
severa tunda entre las dos —bromeó, estirando una mano hacia la chica.
FIN DEL CAPITULO 13